La investigación del IDIS quiso probar la teoría que señala que los organismos envejecen porque las células madre de los tejidos agotan su potencial. Éstas son un pequeño grupo que reside en los tejidos para poder mantener la actividad constante y a diferencia de las células madre embrionarias no son capaces de convertirse en cualquier tipo celular especializado en realizar alguna de las múltiples tareas de un organismo.

El trabajo, publicado en la revista "Aging Cell", la más prestigiosa de su sector, consistió en desarrollar un modelo animal en el que fue posible eliminar selectivamente algunas de las células madre adultas, lo que obliga a las restantes a un esfuerzo extra para sustituirlas. El truco genético que emplearon consistió en ajustar la expresióne de un gen "suicida" a la expresión de un gen marcador de muchas poblaciones de células madre adultas, el gen Sox2. "Matamos a parte de las células madre adultas y provocamos que todo el sistema tuviese que ser reemplazado a partir de las que quedaban vivas", explicó Collado. Es lo que sucede de forma natural a lo largo de la vida pero en el experimento se forzó para que ocurriese de forma repetida a lo largo de un año. Al cabo de ese tiempo, los ratones tratados para inducir la muerte de células madre adultas tenían ya el pelo blanco y una pronunciada curvatura en su columna, características típicas de animales envejecidos. Además, un análisis más detallado de los tejidos de esos animales reveló que sus órganos también estaban envejecidos, como si se tratase de ratones de dos o tres años, que es la edad a la que éstos alcanzan la vejez.