Unas 25.000 raciones de callos fueron despachadas ayer por los establecimientos hosteleros de Porriño, que organizaron junto al Concello la XXV edición de la fiesta de los callos.

El público llenó las calles céntricas peatonales y se hizo con las terrazas de los establecimientos, donde no se paraba de servir callos en día con clima veraniego. Un total de 38 establecimientos participaron en la fiesta, creando una auténtica ruta que los visitantes siguieron. Esta cita anual clausuró de forma exitosa las fiestas de Porriño.

Para los callos cada hostelero tiene su propia receta, algunas transmitidas de generación en generación, y otras, innovadoras. Con garbanzos, con macarrones o sin ellos, o incluso vegetarianos, se sirvieron en cazuela de barro, acompañados de un pedazo de pan.

Consumo in situ

"Si otros años se vendieron más callos para llevar, este año hay que destacar que se vendieron más consumidos en los propios establecimientos", señaló anoche el concejal de Comercio de Porriño, Marcelino Coto. "Tanto el Concello como los establecimientos participantes estamos muy contentos de cómo se ha desarrollado la fiesta y creemos que desde que se ha decidido que sean los propios locales los que la hagan este ha sido el mejor año". Porriño es una localidad famosa por sus callos desde tiempos remotos.

La fiesta nació, sin embargo, por la presencia de Frigolouro, empresa que produce y vende callos enlatados. Desde hace algunos años la hostelería local se hizo cargo del evento.