Álex Blanco (Londres, 1995) tenía solo 13 años cuando Michael Jackson falleció, un duro golpe para un chaval que solo con ver el traje que llevaba ya sabía qué videoclip era. Representarle sobre el escenario es para este joven bailarín, hijo de madre inglesa y padre gallego, un sueño hecho realidad. Ya cuando iba al colegio, en Carballo, donde vivió desde los cuatro años, soñaba con emular al "Rey del pop".

-¿Qué fue lo que le atrapó de Michael Jackson?

-Lo auténtico que es. Es amante no solo de la música, también de la moda; es humanitario, se preocupa por el medio ambiente... Todo esto me cautivaba ya antes de ser fan, y ya cuando me volví fan, fan es la forma de ser como artista, como lleva los directos, como transforma un videoclip en un directo básicamente. Es un artista en toda regla; un icono.

-Habla de él en presente, como si siguiera vivo...

-Sí, porque es como si estuviera vivo porque aunque no esté físicamente, el legado que ha dejado es enorme. Muchos artistas se inluencian de él, como Bruno Mars y Lady Gaga, por ejemplo.

-¿Tuvo algo que ver también en su afición por el baile?

-Sí, claro. Fueron sus directos y la broma que me hacían en clase de a ver si llegaba a bailar como él. Y yo, que soy muy cabezota me propuse conseguirlo, y a base de ver muchos vídeos y de estudiarlo, comencé a amar más el baile. Y todo con cero conocimiento de baile, porque soy autodidacta total.

-Encarnar a Michael Jackson sonbre el escenario, ¿también le ha servido para conocerlo mejor?

-Sí, porque empatizas más con él y entiendes mejor qué es lo que sentía cuando salía al escenario. Para mí, como fan, es una sensación mágica vivir lo que vivía él, aunque sea a una escala menor.

-¿Cómo vive un fan toda la polémica que envolvió sus últimos años de vida?

-Al haber nacido en 1995, lo que realmente me he comido de Michel Jackson en prensa han sido las acusaciones de pedofilia y los juicios. Yo nunca me creí nada porque me parecía extraño que una persona con tanta reputación la arriesgara haciendo eso. Y de hecho, después de fallecer, se demostró que era inocente y su principal acusador reconoció que fue todo por dinero. El problema de Michael es que era un hombre diferente al resto y muy incomprendido. Lo que para él era raro, para nosotros era común; y lo que para él era común para nosotros era raro.