La frase de Honoré de Balzac "detrás de toda gran fortuna hay un crimen" sirve de pilar para la última novela de Benjamín Prado, Los treinta apellidos, en la que navega en los oscuros orígenes de muchas de las grandes fortunas del país. De la mano de su inseparable Juan Urbano, protagonista de una serie con el que se ha propuesto explorar los distintos géneros de la escritura, el autor narra en esta ocasión la historia de la familia catalana-gallega Espriu i Quiroga, que le encarga encontrar a los descendientes de una hija secreta de sus antepasados. Las rencillas entre los herederos que se oponen a la búsqueda, y el tráfico de esclavos con la que nace su riqueza forman la trama de esta obra.

-Vuelve otra vez con Juan Urbano, protagonista de sus últimas novelas. ¿Lo ha visto más maduro, ahora que ha pasado tiempo desde esa primera obra?

-Intentar hacer evolucionar al personaje es una exigencia que tengo que tener en cuenta. No hay que olvidar que los años también pasan por el personaje, y en este caso han pasado 12. En Mala gente que camina era mucho más descreído, menos romántico, aunque iba saltando del cinismo al civismo cuando encontraba algo por lo que luchar. Y en esta va y hasta se enamora, lo cual era impensable en el primer Juan Urbano [se ríe].

-Dice que su serie pasará por el género de la ciencia ficción, pero los negocios turbios de Los treinta apellidos ya suenan a eso.

-Es que algunas de las cosas que hemos aceptado hoy en día como la realidad parecen mentira. El gran fracaso de nuestra civilización sin ninguna duda es el de la desigualdad. Por ejemplo, y por hablar de un tema de actualidad, que mucha gente no pueda poner la calefacción cuando llega el invierno, y el presidente de esa misma compañía gane 45.000 euros al día.

-¿Fue esa actualidad la que le llevó a abordar estas grandes fortunas?

-De lo que yo quería hablar era del origen de algunas cosas, de la historia privada de los países. No voy a decir que toda fortuna sea ilícita, a pesar de esa frase de Balzac de "detrás de toda gran fortuna hay un crimen oculto". La riqueza también sirve para crear comercio y puestos de trabajo. Pero en otros casos, el germen es muy oscuro. El origen de muchas fortunas españolas proviene de la esclavitud, como la familia que protagoniza la novela, que empieza su fortuna yendo a buscar personas a las costas de Guinea y llevándolas a Cuba para trabajar en los ingenios azucareros. Y es verdad que uno no es culpable de lo que hicieron sus bisabuelos, pero sí de seguir haciéndolo de otra manera.

-Usted habla de neocolonialismo.

-Porque lo que sigue haciendo el primer mundo es explotar al tercero, con tanta eficacia que el segundo ni existe. Aunque tenemos que recordar que no es solo una cuestión española, toda Europa está construida sobre el colonialismo y la esclavitud.

-¿El dinero no conduce a la inmoralidad, pero la facilita?

-Yo creo que la gente hace por dinero lo que no haría por ninguna otra cosa, y para eso no hace falta irse a grandes apellidos. Dos hermanos que se han llevado bien toda la vida heredan el piso de los padres y dejan de hablarse veinte años. Por eso siempre digo que los dos peores inventos del ser humano han sido la frontera y el dinero, porque solo sirve para separar y partir el mundo en dos: los que tienen y los que no, y hacer que hayamos llegado al punto en el que el único pasaporte de curso legal sea la tarjeta de crédito.

-¿Cree que Europa saldará algún día su deuda con aquellos países que ha maltratado?

-No, porque el neoliberalismo se va a ocupar de lo contrario. Lo que cualquier persona con dos dedos de frente entendería desde el lado de la humanidad, los que tienen el poder lo entienden desde el lado del negocio. Es muy complicado, pero con los que les sobra a unos pocos nos podría sobrar a todos.

-En el viaje que narra por Cuba y África se ve que no lo hace. Su investigación también le lleva a un sitio más sorprendente, A Coruña.

-Sí. Yo he formado esa familia de catalanes y gallegos, los Espriu i Quiroga, porque me servía para reflexionar sobre el origen de algunos de los grandes apellidos del nacionalismo. La parte gallega, la uso también para explicar cómo muchos dejaban en Cuba una familia B y traían una montaña de dinero que había que invertir. Estas dos familias lo invirtieron en el trazado de la vía férrea española y el trazado del paseo marítimo, y para eso A Coruña está muy bien, porque de ahí salían los gallegos que iban a repoblar los latifundios de azúcar. Se les decía que iban en calidad de colonos, pero en realidad eran esclavos.

-¿Cómo han podido arrancarse páginas como esta del pasado de España?

-No lo sé. En España somos muy dados a echar tierra sobre las cosas. Hay muchos aspectos de la vida española en las que se ha recurrido a eso. Pero una democracia consiste en poder cuestionarlo todo dentro de los límites del código penal y del respeto debido entre personas. Cuando veo una institución o un personaje sobre el que te dicen: "no toques mucho", creo que no hay que hacer caso. Si no quieren que la cuentes, es una buena historia.