De crío le gustaba "cacharrear" con los aparatos eléctricos para conocer sus entresijos y hoy trabaja en el foco mundial de la innovación tecnológica. Hijo de dos emigrantes ourensanos que se conocieron en Venezuela, Jóvito García (Caracas, 1978) se instaló siendo un niño en Vigo, donde estudió Ingeniería de Telecomunicación. Trabajó en varias empresas en Madrid y en 2013 volvió a cruzar el Atlántico para trabajar en Telefónica USA: "Siempre había querido estar aquí y finalmente lo conseguí. A mi familia le digo que Silicon Valley significa lo mismo que Hollywood para los actores. Aquí se crea el futuro tecnológico del mundo y aprendes cada día".

Jóvito ya trabajaba para Telefónica en España cuando le propusieron desplazarse a la oficina de Miami para agilizar la entrega de un proyecto. Cumplió el reto con tanto éxito que le propusieron quedarse. Volvió a Madrid para cerrar su piso y, durante tres años, se estableció en la Costa Este como responsable de las ofertas a grandes empresas y coordinando proyectos multimillonarios.

Fue uno de los más importantes, el que cerró con una empresa de tecnología líder mundial, el que le valió de pasaporte para Silicon Valley: "Se logró tras año y medio de negociaciones y jornadas de 24 horas en la oficina, pero me abrió puertas y me dio la oportunidad de venir a San Francisco. Y ahora lo recuerdo con mucho cariño porque cuando hay dedicación y esfuerzo se consiguen grandes éxitos y vínculos personales".

En la Costa Oeste ocupa la posición de global design manager y diseña soluciones para multinacionales y start-ups a partir de los productos o servicios de Telefónica.

"Mi padre me decía que siempre estuviese en la habitación donde fuese el más tonto para poder crecer. Y aquí están las mejores mentes tecnológicas del mundo. Vas por la calle y te encuentras al coche autónomo en pruebas, en los centros comerciales los vigilantes son robots y en los aeropuertos las maletas siguen a los pasajeros. Pero el valor más importante de estar aquí es que pides un coche Uber y, cuando subes, te encuentras allí al CEO de una start-up o al responsable de tecnología de Facebook. Conocer a tanta gente tan interesante es muy complicado en otro lugar del mundo", destaca.

Y además, gracias a sus contactos personales, tiene la oportunidad de acceder a sus oficinas y comprobar cómo es el trabajo diario: "Una de las cosas que más me sorprendió en empresas como Google o Tesla es la rapidez con la que han crecido y las ganas impresionantes que tienen de hacer cosas. Y además son muy jovencitos. Antes de que Pebble fuese comprada por Fitbit, uno de estos contactos me invitó a su sede. De repente, entró un chico en bermudas y chanclas y con la camiseta por fuera. ¡Era el CEO de la compañía! El cambio de cultura empresarial respecto a España es muy grande. Aquí el intercambio de tarjetas, por ejemplo, se ve como algo del pasado, es malgastar papel".

¿Y qué mimbres tiene nuestra comunidad para crear su propio Silicon Valley? "Somos Galifornia, algo ya tenemos", inicia su reflexión en broma. "Ahora mismo se están haciendo cosas muy interesantes. El centro tecnológico Gradiant, donde tengo a muchos compañeros de carrera, colabora con Telefónica y Chema Alonso y desarrolla una labor fantástica. Y la semana pasada uno de los fundadores de Quobis, otro excompañero de Vigo y muy buen amigo, estuvo promocionando aquí sus productos. Me llena de orgullo que venga a la cuna de la tecnología a hacer negocios. Es muy loable. En Galicia hay una base pero queda mucho camino por recorrer", sostiene.

Y es que hay talento, pero es necesario un cambio de mentalidad y más respaldo económico: "La materia prima está, pero en Galicia y en España falta que nos lo creamos. Y luego es necesaria la financiación. Aquí tienes una idea más o menos atractiva y literalmente te llegan millones. Los inversores saben que van a fallar en nueve de diez apuestas, pero una va a salir adelante. En nuestro país falta esta capacidad de arriesgar. Tenemos la semilla pero falta que la rieguen y el agua es el dinero".

Aunque todavía no ha llegado el momento, Jóvito piensa en regresar algún día: "Mi mujer, que es californiana, y yo lo tenemos claro. Pero la vida es como ocurre no como la planeas. El entorno laboral es fabuloso y California resulta espectacular. La sociedad es multicultural y la gente muy abierta, pero no hay calidad de vida como la española. Yo soy muy sociable y me resulta complicado no ver con tanta frecuencia a mis amigos como lo haría ahí. Junto con la familia y la gastronomía es lo que más echo en falta". En diciembre volverá a Galicia para abrazar a los suyos y presentarles a su hijo Dylan, de seis meses y medio: "Tiene que probar el cocido".