El Vaticano suspende durante diez años a José Manuel Ramos Gordón, el expárroco de Tábara (Zamora), por cometer abusos sexuales durante su etapa anterior como educador en el Colegio Diocesano Juan XXIII de Puebla de Sanabria (entre los años 1981-1984), su primer destino tras ser ordenado sacerdote. Ramos Gordón ya fue condenado por un tribunal eclesiástico por abusar de dos hermanos cuando era profesor en el seminario menor de La Bañeza (León) en el curso 1988-89.

La denuncia de un zamorano que fue alumno del Juan XXIII -animado por la que previamente había realizado F. L. ante el Papa- considera "probados los hechos" y la Congregación para la Doctrina de la Fe (organismo de la Santa Sede competente para juzgar estos casos) ha impuesto la pena canónica a Ramos Gordón de "privación del ejercicio público del ministerio sacerdotal durante diez años residiendo en un monasterio o convento fuera de la diócesis".

Así lo comunicó ayer el obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez, durante una comparecencia ante los medios de comunicación, en la que valoró los diez años al expárroco de Tábara como una pena "muy dura porque prácticamente es expulsión; no puede celebrar misa ni ejercer ningún sacramento en público, queda restringido a lo privado y además en un monasterio o un convento fuera de la diócesis de Astorga".

En la práctica, el pederasta ya estaba apartado como párroco, en la Casa Sacerdotal de Astorga, desde que F. L. consiguiera la primera sentencia canónica, aunque en su caso con "al menos un año de privación del oficio de párroco". ¿Qué diferencia un delito del otro a la hora de establecer las penas? "Por la reincidencia en el delito, por tanto tiene mayor gravedad y está más clara la sentencia", justificó el obispo.

Pero esa reincidencia, que considera demostrados los abusos sexuales a menores de Ramos Gordón en el colegio Juan XXIII de Puebla y en el seminario menor de La Bañeza, no es suficiente para la justicia canónica como para aplicar la pena máxima, que sería la expulsión del estado clerical. "Los hechos han ocurrido hace 35 años y este señor (en referencia a Ramos Gordón) durante su última etapa ha tenido un sacerdocio normal, positivo. La pena máxima suele ser para casos 'in fraganti', diríamos, que suceden en el momento actual", argumentó Menéndez. La investigación considera probada la comisión de un "delito grave de abusos sexuales a menores".

A diferencia del caso de los hermanos gemelos alumnos de La Bañeza, de los que Ramos Gordón reconoció haber abusado sexualmente, en el proceso del Juan XXIII de Puebla de Sanabria el acusado "no aclaró suficientemente si lo había cometido o no, pero todas las circunstancias que concurrían y la investigación, tanto de los delegados para el caso como los dos asesores, concluyeron que había una altísima certeza moral de que esto había ocurrido; pero explícitamente él no ha reconocido las acusaciones" aclaró el obispo.

El prelado de Astorga informó personalmente de la sentencia, tanto a José Manuel Ramos Gordón como a la víctima, "a quien expresé mi dolor por la gravedad del delito cometido, le pedí perdón en nombre de toda la comunidad diocesana y me puse a su disposición para acompañarle espiritual y humanamente en aquello que legítimamente pueda hacer".

Víctimas gallegas

El gallego F. P. G. estaba interno en el Colegio Juan XXIII durante los cursos 84, 85 y 86, y el pasado año recordaba a FARO que fue prevenido el primer día que llegó al centro: "'Ten cuidado, que por las noches hay un cura que se mete con los chicos'. Pero no haces mucho caso, piensas que puede ser algo como las novatadas".

Este exinterno describió las precauciones que tomaban en los dormitorios: "Recuerdo que yo dormía junto a mi compañero de Vigo al lado de la ventana, con la persiana levantada dejando ver la luz de la luna. Cuando llegaba él (el sacerdote) con sus gafas plateadas ya no dormías en toda la noche. Alguna vez lo vi arrodillado en la litera de abajo intentando retirar la ropa, y eso que ajustábamos bien la manta debajo del colchón para que no metiera la mano".