La muerte, el pasado domingo, de un joven que se hacía autofotos junto a una chica en una zona rocosa de Ibiza, ha devuelto a la actualidad la obsesión por los selfis. Pasamos horas enganchados a la pantalla del teléfono móvil, y en esa realidad virtual, las redes sociales consumen nuestro tiempo. Eso sí, a la hora de compartir imágenes en el ciberespacio, la mayoría recurrimos a algún que otro filtro para mejorar nuestra apariencia. Investigadores de Boston Medical Center (BMC) alertan ya de la aparición en las consultas de un nuevo fenómeno, la denominada "dismorfia Snapchat", un tipo de trastorno dismórfico corporal (TDC) que lleva a los afectados a querer parecerse sus selfies con filtro.

El trastorno dismórfico corporal consiste en una preocupación fuera de lo normal por algún defecto, ya sea real o imaginado, percibido en las características físicas propias (autoimagen). Si dicho defecto existe, la preocupación y ansiedad experimentada por estas personas es excesiva, ya que lo perciben de un modo exagerado. El afectado puede quejarse de uno o varios defectos: de algunas características vagas, o de su aspecto en general. Esto le causa un malestar psicológico significativo que deteriora su desempeño social o laboral, hasta el punto de manifestar síntomas ansioso-depresivos severos, el desarrollo de otros trastornos de ansiedad y aislamiento social. Los científicos estadounidenses advierten de que esta problemática afecta ya a alrededor del 2% de la población, y se clasifica dentro del espectro obsesivo-compulsivo. Por lo general, se da en perfiles con falta de autoestima y empatía o con problemas de asertividad que buscan en el like el autorreconocimiento. "Y en pacientes de todas las edades", destaca el psicólogo gallego José Manuel Fariña.

Los investigadores de Boston Medical Center hacen referencia, además, a un estudio de la Royal Society for Public Health, publicado en mayo, que determinó que redes sociales como Snapchat, Facebook, Twitter y, sobre todo, Instagram afectaban mentalmente a los jóvenes.

"La exposición pública no ha dejado de aumentar conforme las redes sociales se han asentado. Y cada vez vemos más casos de personas -adolescentes y jóvenes, pero también adultos-, que abusan de esas redes y que tienen problemas para discernir entre la vida real y la virtual", reconoce José Manuel Fariña, quien incide en que el problema no radica en este tipo de herramientas, sino en el uso que hacemos de ellas. "No podemos vivir de espaldas al progreso. Este tipo de tecnologías han venido para quedarse. Son el presente, tienen muchísimas utilidades y pueden facilitar nuestro día a día, siempre y cuando se establezcan unos límites que, en el caso de los niños y los adolescentes, han de ser fijados por los padres. No podemos exigirles que eviten determinadas conductas si nosotros mismos las estamos llevando a cabo", advierte el especialista gallego, miembro del comité organizador de unas jornadas sobre Psicología y nuevas tecnologías -promovidas por el Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia-, que se celebrarán en noviembre en O Carballiño, y en las que se abordará esta cuestión.

El problema va incluso más allá. Y es que un estudio de la Academia Estadounidense de Cirugía Facial, Plástica y Reconstructiva aseguró que el 55% de los cirujanos estéticos de ese país consultó en 2017 a pacientes que querían operarse para verse mejor en los selfis. La mayoría, aseguran, eran adolescentes. Cirujanos plásticos gallegos consultados ratifican que están al tanto de esta nueva conducta, pero todavía no han visto ningún caso en consulta.

"El 60% de las intervenciones que se realizan son de mama y del 40% restante, casi un 25 o 30% son rinoplastias", explica el cirujano plástico gallego José Luis Vila Moriente. "En el caso de la comunidad gallega es más habitual la reducción de pecho que en otras zonas de España, quizás porque las mujeres gallegas como ocurre con otras del norte del país tienen un pecho más grande", señaló este especialista, quien asegura que también hay una alta demanda de aumento de pecho, "pero son aumentos discretos, no como ocurre en otros lugares".

"También son habituales los retoques en la nariz, la rinoplastia, que supone entre el 25 y el 30% del total de intervenciones de cirugía plástica en la comunidad gallega y cada vez hay más casos de mujeres que vienen a operarse después del embarazo", apunta José Luis Vila Moriente, quien asegura que Galicia es ajena, por el momento, a modas estéticas como la del aumento de glúteos por imitación de Kim Kardashian o Beyoncé.