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Ana del Paso: "Hay que tener mucho estómago para trabajar en el periodismo de guerra"

"En esta especialidad hay más machismo que en otras, al igual que ocurre en Deportes", asegura

Ana del Paso.

Doctora en Ciencias de la Información y profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid, Ana del Paso fue corresponsal de guerra en Oriente Próximo y en El Cairo, de 1990 a 1998, y también trabajó como enviada especial de la Agencia EFE en Centroamérica. En su último libro, "Reporteras españolas, testigos de guerra", pone en valor a 34 mujeres periodistas que, como ella, trabajaron en zonas de conflicto.

- ¿Por qué decidió escribir Reporteras españolas, testigos de guerra ?

-Porque se conoce poco este trabajo y porque era un deber que tenía como periodista y compañera de fatigas de las 34 periodistas de guerra que aparecen en sus páginas. Partió de una tesis doctoral, ya que no se había escrito nada hasta ahora. Para las nuevas generaciones de periodistas puede ser un manual de periodismo de guerra que les servirá para ver cómo es esta profesión y para saber cómo trabajamos las mujeres en este campo. En él analizo a 34 mujeres periodistas y les pregunto si han recibido cursos de entrenamiento y de seguridad antes de ir a zonas en guerra, si han sufrido la censura en sus noticias, si han sido amenazadas, cómo han vivido un fuego cruzado o cómo pasar un checkpoint sin perder los nervios. El libro contiene muchos consejos e indicaciones. Ya nos hubiese gustado a las periodistas de nuestra generación tener una guía de este tipo.

- Supongo que el machismo ha sido frecuente en la vida de las periodistas de guerra...

-Durante muchos años el trabajo de estas mujeres ha estado silenciado. Si digo quién es Arturo Pérez-Reverte, la mayoría de personas lo conocen, pero si nombro a Ana Alba, Natalia Sancha o Mercedes Gallego, son pocas las personas que saben de sus hazañas. En esta especialidad del periodismo hay más machismo que en otras, al igual que pasa en la sección de Deportes. Ya va siendo hora de que se conozca cómo trabajamos y qué inconvenientes hemos tenido que superar para poder trabajar en este campo. Hace años estas mujeres tenían que firmar con seudónimo. Por ejemplo, a Maruja Torres (periodista que ha cubierto conflictos como la invasión de Panamá o la Guerra del Líbano, entre otros) la obligaban a escribir sobre temas del corazón, sociedad y familia, a pesar de que no le gustara. "Con lo frágil que eres, ¿cómo vas a poder aguantar lo que supone una guerra y las imágenes que hay dentro de ella?", es una de las frases que a estas mujeres se les decía a diario en las redacciones constantemente.

- ¿Hay alguna historia que le haya impactado o que recuerde especialmente?

-Hay muchas. Se me pusieron los pelos de punta cuando Maruja Torres me contó cómo vio la muerte delante de sus narices del fotógrafo Juantxu Rodríguez en diciembre de 1989 en Panamá. La mayoría hemos perdido a amigos y parejas en la guerra. La periodista Mónica G. Prieto (que ha cubierto las guerras de Siria, Irak, Kurdistán, las Primaveras Árabes y las Intifadas) también relata en el libro cómo fue el momento de encontrarse con el secuestrador de su pareja, el periodista Javier Fuentes, en una cafetería de Siria.En su caso, fue entrenada por el CNI para mantener esa reunión. Tal vez de no haberse celebrado esa reunión su pareja no hubiese sido liberada. Hay que tener mucho estómago para sentarte delante de un miembro de Al Qaeda que ha secuestrado a tu pareja.

- Realmente es jugarse la vida...

-Toco madera, ya que ninguna periodista española ha muerto mientras desarrollaba su trabajo en una zona en guerra. Estamos hablando de cosas serias. En otro ejemplo claro, Rosa Meneses salvó la vida gracias a un chaleco antibalas cuando en 2011 recibió un disparo de un francotirador en Libia mientras bajaba en un convoy de periodistas.

- ¿Hay algo gratificante en un trabajo tan duro y dramático?

-Sí. Esta profesión es la más bonita del mundo y tienes que estar hecho de una madera especial para cubrir lo más duro, que es una guerra. No todo el mundo vale para trabajar en el periodismo de guerra, he visto a periodistas temblando durante un cruce de fuegos o que incluso se les han caído las cámaras de los nervios. La distancia entre la vida y la muerte es mínima. Es gratificante cuando das una información y salvas la vida a gente, ya que gracias a tu crónica has hecho, por ejemplo, que en todo un pueblo que había quedado aislado al no poder entrar las ONG se dé un alto el fuego para que las ayudas entren. También cuando se denuncian los daños colaterales que producen las guerras. Si escribes que un convoy de ayuda humanitaria ha sido tiroteado haces justicia y supone una gran satisfacción. Le das voz a los civiles inocentes que no pueden hablar y que son los que siempre pagan el pato.

- ¿Qué tiene que hacer una persona que le gustaría vivir y contar este tipo de situaciones?

-Tienes que tener mucha vocación, pero para el que quiera empezar debe hacerlo con situaciones cuya violencia vaya en aumento. Por ejemplo, comenzar haciendo cosas de sucesos locales sirven para que te familiarices con las morgues, los asesinatos y las escenas duras. Poco a poco te van enviando a lugares con situaciones complicadas. Beirut (en el puerto marítimo del Líbano) es un buen sitio para comenzar a trabajar, porque hay noticias constantemente de todo tipo. Recuerdo cuando estábamos en la primera de las cinco guerras en los Balcanes, cuando en Sarajevo apareció Miguel Gil, un abogado de profesión que llegó en moto desde España, porque lo que quería era hacer este tipo de periodismo.

- ¿Qué tipo de periodistas o personas están yéndose a las zonas en guerra en estos momentos?

-Mucha gente se va por cuenta propia. Por desgracia, los medios de comunicación envían cada vez a menos corresponsales de guerra porque supone un coste económico demasiado grande, así que van periodistas freelance (que trabajan de forma independiente y autónoma). En estos tiempos, en un mundo tan globalizado, no informar sobre conflictos internacionales es muy grave. Más allá del peligro, supone una paliza, ya que son casi 20 horas de trabajo a diario, pero la parte positiva es que al trabajar para varios medios tu trabajo tiene mayor repercursión.

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