Ha visto senderistas, aguerridos corredores de trail, ciclistas de montaña, pilotos de quads, motocross? Pero al Monte Galiñeiro todavía le quedaba una "modalidad deportiva" con gran afición en el entorno que probar. Y sus pendientes, de hasta un 15% en algún tramo, son idóneas para practicarla. Así lo atestiguaron ayer los participantes en la primera Baixada de Carrilanas de Gondomar. Cincuenta y ocho vehículos sin motor con unas setenta personas a bordo se lanzaron a toda mecha ante los aplausos de decenas de espectadores.

Todo un éxito de afluencia, dentro y fuera de la pista. Las gradas 100% naturales, entre toxos y xestas, se llenaron pese a las altas temperaturas, superiores a los 30 grados a la hora en que estaba convocada la carrera, las cinco de la tarde. Y los valientes que decidieron acudir a aplaudir a los "autos locos" soportaron estoicamente el intenso calor, algunos incluso bajo sombrilla.

La imaginación y el buen humor reinaron en el descenso. Construidos de forma artesanal y con materiales reciclados, los bólidos causaron sensación con cuidados diseños. Una especie de libélula rodante pilotada por vecinos de Vincios se llevó el premio a la originalidad, como ya hizo el miércoles en la Baixada de Carros de Bolas de Camos.

Las velocidad de vértigo de los artefactos, que llegó a los 80 kilómetros por hora en el caso de algunos de los inscritos en la prueba puntuable para el campeonato gallego hizo hasta correr el aire en medio del sofocante ambiente.

Satisfechos con los resultados de esta primera edición, los promotores de esta cita con la adrenalina -la Federación Gallega de Deportes de Inercia y el Concello de Gondomar- aseguran que se repetirá el año que viene, y con un circuito ampliado en medio kilómetro.

Medio centenar de voluntarios colaboraron en el desarrollo de la competición y hubo trofeos para los primeros clasificados de cada categoría y para todos los participantes menores de 16 años, además de dulces regalos para la totalidad de los competidores.