La fundación Sales acoge algunas de las especies vegetales más curiosas para los aficionados a la botánica. Ceibas, Chorishias, Sequoia sempervirens, Corymbia ficifolia o Bouganvillea glabra son algunos de los ejemplares que quienes visiten el lugar pueden observar. En total, se estima que casi mil quinientas variedades cultivadas dan vida a este espacio en el que originalmente era la residencia del paisajista vigués Francisco de Sales Covelo.

Lo más curioso de la fundación Sales, junto al nenúfar gigante, es el Wollemi pine o árbol dinosaurio, un fósil viviente que se creyó extinto cuando la desaparición de los dinosaurios. El reciente descubrimiento en Australia de cuarenta ejemplares y el empeño por parte de la fundación, permitieron traerlo a Vigo. En la actualidad, solo veintidós centros acogen en sus instalaciones esta curiosa especie, lo que convierte a la ciudad en un lugar privilegiado.

También de Australia es el eucalipto rojo, enraizado frente al muro que separa el jardín botánico de la carretera que conduce a Samil, de manera que sus flores rojas se pueden apreciar desde afuera. Destacan, igualmente, el conjunto de helechos arbóreos que rodean el estanque, el ciprés de los pantanos de copa espectacular, o el ginkgo biloba.

La fundación, que subsiste con capital privado, es muy valorada por los expertos en botánica y los vecinos de los alrededores. Así quedó probado el año pasado cuando en la oleada de incendios de octubre, de manera espontánea, un centenar de personas irrumpieron con cubos de agua en las inmediaciones de la fundación para plantar cara al fuego que amenazaba con cebarse en este espectacular espacio.

Aunque no todo sean plantas -la fundación también organiza talleres, presentaciones de libros y pequeños conciertos de música experimental-, sí son las grandes protagonistas. El nenúfar gigante que ocupa en este momento una piscina de cuatro metros y medio de diámetro, concentra todo el interés de los visitantes.

Este año no empezó a florecer hasta el sábado anterior. Sus capullos se abren de manera sucesiva, esto es: una vez muere la flor, a los dos días siguientes abre un capullo. La de hoy está cerca de la muerte y su color rosa palo indica que se encuentra en su penúltima etapa (hembra). Ayer fue blanca, es decir, macho. Y es que este tipo de plantas, al día después de florecer cambia su sexo, expresando este cambio en la transformación cromática blanco-rosa.

"Mientras las temperaturas no bajen de entre los 20 y 23 grados -informa José Vicente-, la floración del nenúfar se mantiene constante. Florece cada dos días con un día de descanso." El año pasado tuvieron veintitrés flores y, hace dos, dieciocho. La cantidad depende de las condiciones climatológicas del verano. Este año, debido al retraso con que irrumpió la temporada estival, el nenúfar no floreció hasta la primera semana de agosto, mientras que el año pasado había florecido a mediados de julio.

La fundación que se creó para recordar y recuperar el patrimonio paisajístico de Francisco de Sales (Vigo, 1931-2001) alberga esta joya botánica desde 2011, fecha en la que la Kew Garden de Londres le proporcionó semillas del ejemplar. Este año, por primera vez, lograron polinizar ellos mismos el nenúfar siendo el actual, hijo del del año anterior.

"Jardines botánicos de todas partes del mundo -aseguran desde la fundación- están intrigados con el desarrollo del nenúfar, pues nunca antes una planta de esta especie en cautividad había tenido unas hojas tan extensas".