Nadie recuerda en época reciente que hubiese pasado algo así. El vuelo del globo de papel más grande del mundo se frustró. Se rajó y tuvo que ser descendido entre los aplausos de los centenares de betanceiros que se congregan anualmente por San Roque en su cita más imprescindible. Tan histórica ha sido la convocatoria que el Concello decidió, finalmente, romperlo en trozos para que los allí presentes pudiesen llevarse un recuerdo a sus casas.

Todo iba a pedir de boca en la plaza Hermanos García Naveira. Puntual, comenzó a inflarse. Pero algo se torció. Tras una exclamación colectiva, comenzaron a bajarlo entre humo y arrancaron los aplausos de los betanceiros y visitantes. Se preguntaban unos a otros si era la primera vez que ocurría algo así. Lo recordaban ardiendo o no saliendo por el mal tiempo. Pero nada igual. "La primera vez en la historia", proclamaron los músicos de la orquesta antes de la gran verbena. En un primer momento, el Concello apuntó que había rozado una de las farolas de la iglesia. Tras analizar la situación, señaló que las causas no estaban "tan claras".

La frustración de no poder remendarlo se convirtió en oportunidad, en algo especial. Al principio, el Concello valoró una quema controlada pero se desechó por motivos de seguridad. Así, decidió partirlo en fragmentos que los presentes pudieron llevarse a sus casas. Un recuerdo para siempre de un globo que, además, era participativo porque los niños de la ciudad, como antaño, habían coloreado las estrellas que salpicaban el papel. Junto a ellas, como siempre, la vida política, con Mariano Rajoy al frente. También el ministro astronauta, Pedro Duque, cuya presencia en las ilustraciones no fue garantía, esta vez, de poder surcar los cielos.