Un siglo no es nada y las ganas de divertirse y rendir honores al santo de su devoción están más vivos que nunca en la Parranda de San Roque del barrio nigranés de Vilariño. Así lo demostraron ayer los más de setecientos participantes en la peregrinación de su 101 aniversario. Ocho kilómetros de caminata durante dos horas desde el barrio nigranés de Vilariño hasta la iglesia de Morgadáns que la agrupación de romeros convierten cada 16 de agosto en una verdadera fiesta.

Cada año son más los "fieles" a la ruta y la caravana se alarga más y más metros a lo largo de la carretera. La comitiva partió a las 9.30 con un ligero retraso. Temprano, para evitar el sofocante calor de las horas centrales del día y frenar las lipotimias, que nunca faltan.

Los romeros nunca caminan solos y en esta ocasión lo hicieron acompañados de un amplio dispositivo de vehículos, todos adornados con flores de temporada. Un camión y un furgón hicieron de coches escoba, con los víveres y las bebidas para aflojar el cansancio y las camisetas de la convocatoria, que uniformaron al "batallón" de un intenso amarillo. Cuatro tractores con sus correspondientes remolques se ocuparon de trasladar pasajeros, tres de ellos a los peregrinos más pequeños. El cuarto, a la cabeza de la comitiva, llevaba los músicos de la charanga, que no dejó de amenizar el recorrido.

Con buen ritmo y humor a partes iguales, la caravana hizo entrada en el centro urbano de Gondomar entre aplausos en torno a las diez y media. Allí se produjo el ceremonioso encuentro con la banda de música de Guláns, que acompañó a los caminantes en el tramo final hasta el destino.

La siguiente parada se producía ya en la Carballeira de San Roque, donde se repartió la empanada de rigor, como manda la costumbre, para retomar fuerzas. Una vez recuperados, unos se dirigieron a la iglesia para participar en la misa y procesión y otros se prodigaron por la zona para disfrutar del buen comer y el buen beber.

El regreso a Vilariño se produjo a última hora de la tarde y la jornada finalizó con una fiesta, tirada de fuegos incluida, en el convento de los Padres Franciscanos.