Miguel Ángel González (Ourense, 1947) es una de las leyendas del fútbol español a las que se le negaron los grandes títulos internacionales. Los de casa los tiene todos repetidos. Perteneció 45 años al Real Madrid, aunque desde su refugio veraniego de Baiona revela que la historia pudo haber sido otra.

-¿Qué calor se lleva peor, el de Ourense o el de Madrid?

-El de Ourense es inaguantable. Hay que venirse a la costa porque, cuando calienta, estamos en un pozo entre dos ríos y es agobiante. El de Madrid tampoco está mal. No puedes andar por el centro.

-¿Cómo le gusta veranear?

-Cuando lo permiten el tiempo y los nietos, paso unos días en Baiona para recuperar fuerzas.

- Es época de puesta a punto en el deporte. ¿Cómo se las tomaba?

-Cuando jugaba solo me cogía una semana de vacaciones. El resto del año seguía entrenando por mi cuenta. Ahora se juegan enseguida partidos para alcanzar la forma física y antes se trabajaba mucho lo físico antes de jugar.

- ¿Por qué dejaron de hacerlas en Manzaneda?

-Para mí eran especiales, pero llegó un momento en que tuvimos que dejar de ir porque no había forma de trabajar con tranquilidad. En pretemporada se intenta corregir y mejorar y era tal la afluencia de gente que no había forma.

- ¿Recuerda el día que se fue de Ourense?

-No exactamente, pero habíamos terminado la temporada y a los diez días me fui a hacer una prueba a Madrid y firmé. Sería junio.

- ¿El Celta o el Deportivo intentaron ficharle?

-Lo intentó el Celta. Fui a jugar un partido con ellos cuando era portero del Atlético Ourense. Me prestó el presidente para un amistoso contra el Real Madrid. En aquel momento creía que iba a firmar por el Celta, pero no hubo acuerdo, se confiaron, el Real Madrid intervino y me fui.

- ¿Sintió revancha en la última Champions contra el Liverpool?

-El partido que jugamos nosotros en París (1981) fue flojo. Consideras una revancha cuando te ganan injustamente y aquel día en el Parque de los Príncipes no habíamos hecho méritos para ganar. En esta final tenía confianza porque hombre por hombre éramos superiores.

- La Copa de Europa ha pasado de trauma a recreo para el Madrid.

-Quizás no se valora lo suficiente lo que se está consiguiendo. El sistema de Copa de Europa ha cambiado mucho. Para nosotros cada partido era una final. Ahora, al jugarse una fase previa, tienes margen para recuperarte. De todas maneras, sigue siendo muy difícil. El Madrid se entrega y se concentra de tal forma en este torneo que parece fácil, pero no lo es. Si no, que se lo pregunten a otros equipos.

- ¿Sin Cristiano Ronaldo nada será igual?

- Yo soy muy optimista. Creo que Cristiano ha cumplido un ciclo extraordinario pero, como en otras décadas, el club se desprendió de grandes jugadores y, cuando parecía que iba a ser una hecatombe, el Real Madrid siguió manteniendo su prestigio. Posiblemente le falte un hombre en la delantera que sea esa figura. Podría ser Bale.

- ¿Courtois o Keylor Navas?

-Qué felicidad para el entrenador. Son dos grandes porteros y la rivalidad beneficiará al equipo.

- ¿Qué sintió al dejar el fútbol?

- Es un poco raro. Tienes que ir mentalizándote, pero se lleva mal. Estás durante años, a diario, pensando en que al día siguiente tienes que ir a entrenar y sientes una obligación de cuidarte hasta que llega un día en que puedes hacer lo que te dé la gana. Si no estás preparado, lo notas. Por suerte seguí en contacto con los jugadores y mi separación fue leve.

- ¿Había selección para mejorar lo que consiguieron en los Mundiales de Argentina y España?

-En Argentina hicimos un papel bueno, pero el trato que tuvimos no fue el idóneo. En España fue todo lo contrario. Todo eran atenciones y pagamos la inexperiencia. Nos pudo el ambiente. Todo el país se sentía identificado y no fuimos capaces de superar esa presión. La responsabilidad nos agarrotó.

- ¿Qué le evoca 40 años después el 'no gol' de Cardeñosa?

-Tengo un recuerdo triste, porque era el partido importante. Teníamos que ganar a Brasil y pudimos hacerlo, que ya de por sí hubiera sido un éxito extraordinario. Aquellos puntos nos hubiesen clasificado. Julio quiso asegurar tanto que no fue capaz de meterlo. Me da más tristeza cómo ha quedado recordado en el fútbol, porque era un jugador extraordinario y se le recuerda como el que no metió un gol.

- ¿Le reconocen por la calle?

-Los más jóvenes no, pero por ejemplo en Baiona hay gente que me viene a hablar. Físicamente he cambiado, pero no tanto como para que no se me reconozca (ríe).

- ¿Ve fútbol?

-Lo sigo, sí. Lo que pasa es que me fijo más en los porteros que en el partido en general.

- ¿Le dan vértigo las cifras que se están manejando?

-Está todo un poco disparado. Unas cantidades pueden estar justificadas, pero otras no por la calidad del jugador y por el rendimiento que puede dar.

- ¿Cuando dejó el fútbol tenía la vida solucionada?

-Seguí trabajando en el Real Madrid hasta jubilarme. Dejas la portería pero sigues apegado a ellos y al mismo ambiente de deporte. Tuve la vida organizada porque estuve haciendo, hasta que me jubilé, lo que conocía, estar al lado de los deportistas.