Curtida en la pirotécnica saga de "Kung Fú Panda", Jennifer Yuh se ha dejado por el camino toda la energía a la hora de dar el salto al cine de carne y hueso. En su descargo hay que decir que poco se puede hacer con la sosa narrativa de Alexandra Bracken, otro nuevo intento de captar lectores juveniles con distopías que pretenden ejercer funciones de metáfora sobre las dificultades de las nuevas generaciones. La propuesta atufa a refrito: mezclar adolescentes con superpoderes con fábulas tenebrosas en las que el poder adulto somete al ciudadano diferente en campos de concentración. "Mentes poderosas" sigue mansa y aburridamente los planos de "El corredor del laberinto", "Los juegos del hambre" y "Divergentes" en clave pobretona y con momentos ridículos. Solo sirve para confirmar el talento de Amandla Sterberg.