Fue concejala y teniente de alcalde con el gobierno del PP en Vigo en la legislatura del alcalde Manuel Pérez (1995-1999), y llevó las áreas de Educación, Cultura, Mujer, Patrimonio Histórico y Normalización Lingüística. Licenciada en Geografía e Historia, tras dejar la política volvió a su plaza de profesora en el ES Carlos Casares de Vigo. Maite Fernández Piñeiro, que también da clases en la Universidad a Distancia, asegura que es un animal político, aunque también reconoce que su momento ya pasó.

- ¿Cómo es la vida de Maite Fernández?

-Soy profesora de instituto y de la Universidad a Distancia. Cuando dejé la política volví a mi profesión porque yo entiendo la política como un paso que hay que dar y que conste que estoy muy contenta de haber estado en política, de todo lo que he podido hacer para ayudar y de lo que he aprendido.

- ¿Qué aprendió?

--Aprendí lo que es el trabajo desinteresado por su ciudad de muchas personas y asociaciones, y muchas más necesidades de las que tienes la posibilidad de conocer. No se olvide de que yo fui concejala de Cultura, Educación, de la Mujer, de Patrimonio Histórico, de Normalización Lingüística, he llevado los museos, las bibliotecas, es decir, que mi responsabilidad fue grande. Para mí, la vuelta a mi actividad profesional fueron unas vacaciones porque mientras estuve en política no tuve vacaciones; trabajaba sábados, domingos y festivos. Era conocido que yo salía del ayuntamiento a las once y a las doce de la noche, recibiendo a gente y que iba a todos los sitios donde se me llamaba si había cualquier problema. He trabajado mucho, pero lo he hecho encantada. La política me gustaba, pero no a cualquier precio. Y para permanecer muchos años, hay que comulgar con muchas ruedas de molino y algunas, demasiado grandes. Yo creo que uno tiene que tener la vida resuelta antes de ocupar un cargo político, cosa que hoy no sucede porque hay algunos que parece que quieren en jubilarse en política.

- ¿Se llevó más alegrías o más disgustos?

-Más alegrías, aunque he pasado por malos momentos. Hay uno que no se me olvidará en toda la vida: el incendio de la guardería Dinky. El mal trago que pasé y cómo el ayuntamiento le solucionó el problema, cosa que no hizo la Xunta, dándoles un local en aquel momento para continuar ejerciendo la actividad. El ayuntamiento soluciona muchas responsabilidades que no le corresponde. Antes y estoy segura de que sigue haciéndolo ahora. Estoy orgullosa de haber contribuido a obras que aún hoy perduran, como el MARCO de Vigo y el Conservatorio Superior de Música, que la Xunta no quería para Vigo, pero que ahí están, aunque conseguir que Vigo tuviera el Conservatorio Superior de Música me costó políticamente la cabeza. Y trajimos a los Rolling Stones. Me hubiera gustado traer a U2, pero ya no fue posible.

- ¿Y cree que lo hubiera logrado?

-Pues mire, vinieron los Rolling y era el centenario del Atlético de Bilbao y se cayeron de ahí y, sin embargo, vinieron a Vigo. ¿Qué pasa?Que cuando quieres una buena actuación tienes que empezar a trabajar cuando se terminan las fiestas. El concierto de los Rolling dio mucho trabajo porque el presupuesto no estaba aprobado y había que enviar 30 millones de pesetas de depósito y Caixanova no nos daba el dinero. Hasta que le lancé un órdago: o tenía el dinero en 24 horas o les decía a los vigueses por qué no había concierto.

- ¿Se ha creado muchas enemistades con medidas como esta?

-En política a veces te generas enemistades, pero tengo muy clara una cuestión: a mí me habían elegido para defender los intereses de mi ciudad, y yo no tenía por qué comulgar con ruedas de molino. Y le digo otra cosa: quien venga a dañar los intereses de mi ciudad me tendrá en frente, antes, durante y después. Si creo en algo lo defiendo hasta las últimas consecuencias y si me equivoco, pido disculpas porque errar es humano y nadie está en posesión de la verdad.

- ¿Sigue de cerca la política?

-Sí, porque lo llevo dentro, y me gusta que los políticos acierten y que las cosas vayan bien. Me gusta la política más que comer con las manos, pero tengo la cabeza sobre los hombros y sé cuándo puede ser y cuándo no. Pero esto no quiere decir que no siga teniendo una mente clara.

- ¿Dónde pasa el verano?

-Entre Sober y Vigo, disfrutando de la vida familiar. Tengo la suerte de tener unos padres octogenarios, de 86 y 88 años, a los que también cuido y atiendo. Mi hijo ya es independiente, pero estamos muy vinculados. Mañana se celebra la Fiesta de la Rosca aquí, en Sober. Quedan pocos rosqueros, pero aún quedan unos pocos en los que pervive la tradición.

- ¿Es uno de esos oficios que se están perdiendo?

-Tristemente sí, como otras muchas más cosas. Cuando reflexiono sobre la situación de Galicia, una comunidad tan envejecida, me pregunto: ¿Qué se ha hecho en estas décadas para combatir el envejecimiento? No digo nada, pero sí casi nada. Y hay quien se asombra de este envejecimiento, pero la pirámide generacional ya nos venía avisando desde hace tiempo de la situación a la que íbamos a llevar.¿Y por qué la gente ha escapado del rural a la ciudad? Porque en el rural no se han ofrecido alternativas y lo que es difícil es pretender el regreso de la gente joven sin darle alternativas.