Tras retirarse en 2015, Begoña Fernández (Vigo, 1980) disfruta de la compañía de su familia y amigos; en definitiva, de las pequeñas cosas, dice, de las que no podía disfrutar cuando estaba en la selección española de balonmano, de la que fue su capitana en los Juegos Olímpicos de 2012, en los que las "Guerreras", como popularmente se las conoce, ganaron la medalla de bronce. Este es solo uno de los trofeos que atesora la mejor jugadora gallega de balonmano de la historia, pero si de algo se siente especialmente orgullosa es que haber contribuido a visibilizar el balonmano femenino.

- ¿Cómo es su vida ahora?

-Trabajo como auxiliar de clínica y estoy muy contenta porque siempre me ha gustado mucho el trato con el paciente y era mi objetivo para después de retirarme. La retirada es algo que siempre nos da un poco de vértigo a los deportistas porque es empezar de cero en otra cosa. Y desde el año pasado estoy disfrutando de mi deporte como segunda entrenadora del equipo femenino del Lavadores, con Anxo Otero, y que ha subido a la División de Plata este año. Y luego estoy preparando las oposiciones para 2019. Entre el niño [tiene un hijo de dos años], el trabajo, los estudios y los entrenamientos no me da la vida.

- ¿Fue una decisión difícil?

-Yo creo que es una de las decisiones más difíciles y eso que psicológicamente estaba muy cansada. Ahora que ha pasado tiempo, soy consciente de que pasé un momento complicado, sobre todo el primer año, porque te encuentras un poco fuera de onda. En este sentido tuve suerte porque pude seguir vinculada a la selección española, aunque aún así me sentía un poco desubicada porque era estar en otro papel que no encajaba conmigo. Pero también creo que hay que darle la mayor normalidad porque la vida va por etapas, que hay que ir quemando, y lo más importante es tener claro cuáles son tus objetivos. No quería demorar mucho mi retirada porque las mujeres lo tenemos complicado si queremos ser madres y en general, también para buscarte la vida porque en España a los deportistas tampoco se les ayuda demasiado cuando se retiran. Te retiras después de estar no sé cuántos años jugando y de repente partes de cero, y no es fácil reinsertarte en el mundo laboral.

- ¿Cómo entrenadora se sufre igual o se vive más tranquila?

-Se sufre igual o más porque cuando eres jugadora eres responsable de tus actos, pero como entrenadora hay cosas que se te escapan, pero el protagonismo es de las jugadoras y nosotros somos dos personas que intentamos darles todas las herramientas para que las cosas puedan salir bien.

- Fue olímpica, y con la selección española ganó, entre otras, la medalla de bronce del Campeonato del Mundo en 2011. ¿Le queda alguna asignatura pendiente?

-Sí me queda, sí. El objetivo que tenía los últimos años de mi carrera era intentar conseguir la Champions y se quedó en el camino, pero también creo que estas cosas también forman parte de la carrera de un deportista. No siempre se puede conseguir todo, aunque hagas las cosas muy bien. El deporte también te enseña a saber ganar y a saber perder.

- Pero también es muy competitivo...

-Es cañero, sí es cañero.Es un deporte que me encanta, es duro, es un deporte de contacto pero creo que esto es lo que le hace tan especial. Quienes me metió en este mundillo del balonmano fueron mis primos. Recuerdo que iba a verlos jugar y siempre le decía a mi madre que quería jugar en su equipo, y mi madre decía que no, pero al final lo conseguí. Comencé jugando para disfrutar y echarme unas risas con mis amigas; nunca lo hice pensando en llegar a ningún lado. Las cosas fueron surgiendo. Ahora veo, tanto en las niñas como en las familias, demasiada obsesión por si las llaman o no de la federación gallega. Lo vi el año pasado cuando entrené un equipo de base, a las pequeñas. Y yo les decía que tranquilidad, que en la federación ni se empieza ni acaba nada, y que lo que tenga que ser será. No siempre se consiguen las cosas. Una de las cosas más importantes que me ha dado el deporte son las herramientas para afrontar tu vida porque aprendes a trabajar bajo presión y levantarte cuando te caes. En definitiva, a no frustrarte cuando no te salen las cosas y esto es súper importante.

- A parte del balonmano, ¿con qué otras cosas disfruta?

-Me encanta la playa. De hecho, ahora mismo estoy en mi caravana pasando el verano y compaginando el trabajo con los entrenamientos y con mi familia y mis amigos. Me gusta disfrutar de esas pequeñas cosas que no podía hacer cuando jugaba al balonmano. Soy una persona muy familiar. También me apetece coger un avión para viajar por vacaciones y no prisas.

- ¿De qué se siente más orgullosa?

-Una de las cosas de las que me siento más orgullosa, gracias a la generación de jugadoras con las que he jugado, es de haber contribuido a hacer un poco más visible nuestro deporte, al margen de palmarés. Si hoy nombras la palabra "Guerreras", la gente sabe que estás hablando de balonmano.

- ¿Y cómo ve la cantera?

-Bastante bien. Lo que sí que es cierto es que los cambios generacionales son complicados. Hay que trabajar y madurar el equipo, pero son fases por las que nosotras también pasamos. Tienes que formarte y ahora mismo están en esa fase.