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La ría se descubre con el paladar

Tres veces a la semana, se organizan las "rutas del mejillón" para descubrir la calidad gastronómica y la forma de cultivo del mexillón galego

Baile de la muiñeira en la cubierta antes de volver a Vigo. // Raúl Novoa

Las vemos ahí flotando en el mar siempre que vamos por la carretera, cuando nos bañamos en la playa, al ir en barco, pero... ¿Cuánto sabemos realmente sobre las bateas? La "Ruta del mejillón" ofrece la posibilidad de descubrir todos los datos sobre el cultivo de mejillón gallego, así como su denominación de origen. Todo esto, acompañado de los secretos y curiosidades que envuelven a la ría, una degustación del molusco y unas clases 'exprés' de muiñeira para bajar la comida.

Al comienzo del viaje el guía de piratas de Nabia, Breogán González, introdujo a los pasajeros en las peculiaridades de la Ría de Vigo. La orografía de Vigo, la zona del Morrazo, cómo funciona la ciudad de Vigo... Hasta dio tiempo a hablar de las leyendas de las meigas y como debían ser ahuyentadas.

Pese al cielo nublado y los fuertes vientos, el barco se acercó sin problemas a las bateas. Allí Breogán comenzó con las especificaciones sobre las estructuras flotantes. Indicó que la superficie máxima de una batea es de 500 metros cuadrados, que se inician con 150 cuerdas colgando y que en la Ría de Vigo hay 470 bateas, del total de las 3.300 en toda Galicia.

Las concesiones se hacen a treinta años como máximo, pero Breogán ya indicó que "es un negocio que se suele dar por herencia". Ante esto surgieron preguntas como "¿Cuánto producen al año?", a lo que Breogán respondió diciendo que entre unas cincuenta u ochenta toneladas anuales, del que asegura que es "El mejillón más grande y sabroso del mundo".

Pese a su tamaño y su sabor, el mejillón necesita sobrepasar unas medidas mínimas para su comercialización. El mínimo es de 7 centímetros de largo, pero la media del mejillón gallego está en los 10 centímetros. Explicó Breogán que el mejillón de batea es tan grande debido a que está siempre sumergido, no como el de las rocas.

Los asistentes aprendieron también la diferencia entre los mejillones macho y hembra. Las hembras son más rojizas y sabrosas y los machos de un color más blanquecino. Destacó también el guía que tras el fracaso de la experimentación de las bateas con pulpos, hay bateas probando nuevos cultivos con zamburiñas en nuestra ría.

Tras esta explicación, el barco atracó en el muelle de Moaña para degustar los moluscos, acompañados de vino blanco, cerveza, refrescos o agua. Hasta tres fuentes para cada mesa sirvieron para alimentar a los viajeros. "Comimos hasta reventar" aseguraba una familia tras acabar el aperitivo.

Tras los aplausos a los trabajadores por la degustación, tocó bajar la comida. Breogán se encargó de que los visitantes aprendiesen a bailar muiñeiras antes de atracar, actividad que encandiló a más de uno.

Con la noticia de que había mareas rojas que afectaron a algunos polígonos de bateas, existía cierta preocupación por los mejillones, ya que estos son filtradores en el mar. Los mejillones que comieron los asistentes habían sido depurados esa misma mañana y de un polígono abierto sin peligros.

Cuando se cierra el polígono suele afectar a varias bateas, aunque los valores negativos de las analíticas solo se den en una de ellas. Breogán asegura que es un fenómeno consecuente del cambio climático y que causa que "varias bateas tengan que parar su venta" causando pérdidas a las familias, que se ven imposibilitadas a vender cuando se cierran los polígonos.

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