Iván monta a lomos de "Charro" con el rostro repleto de felicidad. De lejos, nadie pensaría que cabalga en completa oscuridad. Sin embargo, no tiene miedo a caerse.

En sus 16 años de vida, este joven nacido en Cangas ha ido superando uno a uno todos los obstáculos que fueron surgiendo por el camino. Nunca los ha esquivado sino que, con mucho esfuerzo, tenacidad e incluso cabezonería se ha enfrentado a ellos cara a cara, demostrando que su ceguera no ha sido, es ni será en el futuro quien le impida cumplir sus sueños. Sobre el caballo, la metáfora se convierte en realidad e Iván Novegil disfruta viviendo al galope.

Fue hace cuatro años cuando sus padres le apuntaron a clases de equinoterapia simplemente para probar ya que, como recuerda ahora su madre, María Cancelas, "no había demasiadas opciones de ocio para un niño ciego y, aunque me daba a mí mucho más miedo que a él, nos decidimos a intentarlo".

Muy pronto, Iván aprendió a coger el equilibrio en el caballo y a comunicarse con el animal a través de la fuerza de sus piernas y la posición de las riendas. A los pocos meses, ya pasó a compartir clase con niños sin discapacidad y con su hermana Carla, que tiene 10 años y también adora a estos animales. "Tengo que confiar totalmente en Mónica, mi monitora; ella es mis ojos en la pista y sé que siempre está atenta a lo que estoy haciendo", cuenta el joven.

Así es. Mónica Abraín alza la voz para avisar a Iván cuando debe hacer girar al caballo, le indica el momento en que hay que saltar las vallas o si es necesario separarse más o menos del resto de los caballos. Por lo demás, le trata como a cualquier otro alumno. "Lo que más me gusta es la velocidad que me da el caballo pero de momento solo es una afición", afirma Novegil. Los alumnos videntes le admiran y admiten que ni siquiera se atreverían a probar la sensación de cerrar los ojos y saltar una valla de un metro en pleno galope. "A mí me daría mucho miedo no ver nada, sobre todo en los saltos", confiesa su hermana, que vigila en la pista que ninguno se acerque demasiado a su hermano.

María y Sergio, padres de Iván, han tratado de educar siempre igual a sus hijos, "atendiendo a las capacidades y dificultades de cada uno, pero buscando que desarrollen su propia autonomía", destaca la madre.

Iván nació ciego total. Los caprichos de la genética le hicieron heredar un gen del que es portadora su madre y que solo se transmite a los hombres. Pero eso sus padres no lo sabían en aquel momento. Ni ellos ni los médicos a los que consultaron durante el embarazo, ya que María tiene un hermano también con ceguera y retraso cognitivo.

"Cuando nació nos dijeron que tenía cataratas, pero yo enseguida supe que era mucho más que eso", relata la madre. Recorrieron las consultas de los mejores oftalmólogos del país, incluida la prestigiosa Clínica Barraquer, en Barcelona. "Quemamos hasta el último cartucho, pero no se podía hacer nada".

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La vida al galope de Iván Novegil

Tras el miedo inicial, "que te deja como paralizado", los padres afiliaron al pequeño, con cuatro meses, a la ONCE y comenzaron a trabajar con su ayuda en la estimulación del bebé. Luego llegó la guardería y, más tarde, el colegio, siempre con un apoyo en el aula pero siempre en la educación integrada. "Lo peor siempre fueron los recreos, sobre todo cuando era más pequeño y todos salían corriendo a jugar", dice el joven.

Iván ha destacado siempre como un excelente estudiante. "Es un poco complicado porque tenemos que pedir a la ONCE que nos traduzca cada uno de los libros que vamos a utilizar en sistema Braille, los de lectura, los exámenes? todo. Y no siempre los profesores son igual de colaboradores, pero no siento que haya hecho nada extraordinario", afirma el joven. "Creo que los docentes deben de ser igual de exigentes con los alumnos con discapacidad pero teniendo en cuenta nuestras dificultades", opina.

La informática, su llave

Entre las muchas cosas que le gusta hacer a Iván destaca, con mucho, la informática. El ordenador ocupa un lugar protagonista en la habitación del joven, que llama la atención por su minimalismo y estricto orden. Al contrario que otros chicos de su edad, para Iván no tendría ningún sentido que las paredes estuvieran plagadas de fotos de su grupo de música favorito, la excursión de fin de curso o los premios conseguidos. Aún así, para una persona no acostumbrada a convivir con la ceguera resulta llamativa la sencillez de su cuarto, casi inexplicable en el mundo de imágenes en el que estamos inmersos.

Cuando habla de informática Iván no tiene paro. Se entusiasma discutiendo las ventajas de un sistema u otro e intercala términos técnicos con apabullante naturalidad. Además, ha iniciado varios blogs sobre informática, temática que también protagoniza su cuenta de Twitter.

Gracias a los lectores de pantalla, el cangués puede leer periódicos digitales, tomar apuntes, comunicarse en las redes sociales y casi todo lo que se proponga. Es, en realidad, una de sus principales vías para construir el mundo. Pero el precio de estos programas es elevado para muchos usuarios. "El más conocido es JAWS, que sirve para Windows. Está bastante bien, pero su coste no es asumible para muchos. La ONCE te lo financia mientras estás estudiando, pero solo se puede utilizar 40 minutos y luego te obliga a reiniciarlo, con lo que en clase es un engorro", advierte.

Investigando sobre este tema, Novegil dio con un grupo de australianos que desarrollaron un lector de código abierto, el NVDA, que es gratuito y permite al usuario "tunearlo" según sus necesidades. Así, ni corto ni perezoso, Iván se postuló como voluntario para su traducción al español, tarea a la que dedica horas sin recibir a cambio nada más que la satisfacción de estar ayudando a personas en su misma situación. "Los voluntarios somos ocho invidentes de España, Chile y Paraguay que vimos las ventajas de este sistema. El programa solo estaba disponible en inglés, al igual que su web, los manuales y toda la documentación complementaria, lo que tiraba a muchos para atrás, por eso nos unimos para traducirlo y hacerlo accesible para todos", describe con entusiasmo. Los voluntarios se financian por las donaciones de otros usuarios pero tienen que pagar el servidor y el dominio, por lo que Iván saca al mes "entre 50 céntimos y 5 euros", cuenta sonriendo.

Todo nos llevaría a pensar en un futuro prometedor como informático para Iván pero, sin embargo, vuelve a sorprendernos al revelar que su intención es estudiar Periodismo. "Me apasiona la radio", confiesa.

Tampoco cree que ir a la universidad sea algo extraordinario para una persona ciega. "Tengo un amigo ingeniero, otro estudió Políticas y otro también Periodismo: hay que verlo con normalidad", concluye.

Y deja a su interlocutor convencido de que Iván ve mucho, pero mucho más allá de sus ojos.