"Huir no esconde nuestro pasado, solo pospone enfrentarnos a él". Este es el subtítulo de "El afeitador de muertos" (Almuzara), la cuarta novela del escrigor y abogado gallego José Manuel Otero Lastres (Cee, 1947), que resume a la perfección la historia de Jorge Lavandeira. El libro se presentó ayer en la Fundación Abanca de A Coruña (20.00 horas) y contó con la presencia del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo y el exalcalde de ls ciudad de A Coruña Francisco Vázquez.

"El afeitador de muertos" es un viaje a lo más profundo de la soledad que encoge el corazón desde el principio, excepto en las últimas páginas. El final, con luces, música y muertos, es la única licencia a la alegría que se da el escritor en esta obra. Con esta novela también quiere remover conciencias en un mundo, dice, en el que "todo es tan vertiginoso que no te deja pensar".

-Si tuviese que definir su novela lo primero que se me viene a la cabeza es que es triste.

-Si lo miras desde el punto de vista de las emociones esa es una de las que transmite, pero es un libro real. Esa vida de los homeless que tiene el personaje existe. Está cada día en nuestras calles. Hay personas que llegan a eso por muchas circunstancias; personas absolutamente privilegiadas que hicieron una carrera fantástica y de repente un acontecimiento en su vida los trastorna hasta el punto de llegar a la autodestrucción.

-Es un libro triste y quizá por esa tristeza que desprende hace reflexionar sobre uno mismo.

-Es un libro que suscita reflexiones. Si se pudiera pesar el alma antes y después de leerlo pesaría más. Es un libro que no solo entretiene, sino que proporciona reflexión. Las novelas no solo están para entretenerse, sino también para comprometerse y hacer pensar.

-Y remover conciencias.

-Sobre todo en este mundo en el que todo es tan vertiginoso que no te deja pensar. Está todo montado para que no pensemos y esta novela tiene la pretensión de hacer pensar un poco.

-Aunque tras esa tristeza que emana por lo menos el final está lleno de colores y música.

-Es un final inesperado que es propio de nosotros, los gallegos, los que tenemos esa especial conexión con el más allá y que creemos en un más allá de muertos que vienen, luces que nos acompañan... Me salió así y estoy contento porque hace llorar y un escritor también tiene que emocionar. Y eso que yo soy una persona alegre, muy positiva y muy optimista.

-En todo libro hay elementos autobiográficos. El personaje siente una gran admiración por el almirante Blas de Lezo y el escritor Gabriel García Márquez.

-Esos son dos de mis héroes. He viajado mucho a Cartagena de Indias y cuando me enteré de la hazaña de Blas de Lezo me quedé maravillado de cómo un hombre con tan pocos medios venció a la potentísima armada británica. Y luego García Márquez es mi escritor preferido. Es un escritor de una envergadura fantástica.

-¿Es una sensación mía o el principio del libro tiene reminiscencias del arranque de Crónica de una muerte anunciada de García Márquez?

-Sí, tiene un poco de eso. No lo hice conscientemente, pero ahora que lo dices es cierto.

-Dice el protagonista, Jorge Lavandeira, que "El amor en tiempos de cólera" es la mejor novela en lengua española desde "El Quijote". Supongo que pensará lo mismo.

-Para mí sí. Es cierto que todo libro tiene una carga autobiográfica, pero este no lo es porque no describo mi vida. Pero que como todo pasa por mi mente se desprende mucho de mi vida, de mis recuerdos, de mis aficiones? Los personajes están impregnados de mí, pero yo no cuento vivencias personales.

-El título del libro es impactante, pero el subtítulo resume a la perfección la novela: "Huir no esconde nuestro pasado, solo pospone enfrentarnos a él".

-Yo digo en un momento de la novela que el pasado es como la sombra. Jamás, jamás, jamás te desprendes de ella. Puedes tener el sol de frente y no ver la sombra, pero la tienes detrás. Y el pasado es eso.

-La historia es una viaje a lo más profundo de la soledad humana. Y la soledad es buena cuando es buscada, no cuando no se busca.

-Completamente de acuerdo. El personaje no busca la soledad, se la impone la vida. Hay otra soledad que es muy perniciosa y que está muy presente en nuestros días que es la soledad en compañía. A veces nos creemos que por estar acompañados con mucha gente alrededor no estamos solos, pero hay una soledad muy profunda que es la de un espíritu poco trabajado. Cuando el espíritu está trabajado puedes acompañarte de ti mismo en esa inevitable soledad.

-¿Cómo es su proceso de escritura?

-Depende de cada libro. Esta novela arranca de un cuento que escribí en 2000. Ahí tenía cuatro hojas y muchos amigos me dijeron:"Esto es una novela. Tienes que desarrollarlo".

-¿Es cierto que a veces una novela toma el mando y lleva al escritor en vez de ser al revés?

-Estoy en parte de acuerdo y en parte no con eso de que la novela te lleva. Como tú no tienes en la cabeza toda la historia que vas a contar hay una lógica del relato que es la que te va llevando.

-Decía el británico Winston Churchill: "Escribir un libro es una aventura. Al principio, es un juguete y una diversión. Después, un amante, luego un dueño y más tarde un tirano. En la fase final, cuando estás a punto de aceptar esa esclavitud, matas al monstruo y se lo lanzas al público".

-Me parece una cita brillante. Para mí escribir es un acto maravilloso porque, primero, me permite pasar unos momentos de gran goce intelectual.

-¿Y segundo?

-Yo no vivo de la literatura ni aspiro a hacerlo con lo cual, monstruos ninguno. Escribir un libro tiene un inconveniente: tú creas música y la gente la oye repetidamente; tú pintas y el cuadro se ve repetidamente; tú haces una escultura y se ve repetidamente. Tú creas una novela y quien la lee raramente la va a volver a leer. Eso tiene una gran dificultad. Lo equiparo a los cocineros y cocineras. Hacen un plato maravilloso que les ha llevado cuatro horas, y en media hora lo has comido.