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Lorenzo Silva: "España convive mejor con la verdad y no tolera la hipocresía"

"La Guardia Civil, al igual que Bevilacqua, es una superviviente desde la empatía y la honradez; es milagroso que aún haya gente con tricornio"

El escritor Lorenzo Silva. // Juan Plaza

Lorenzo Silva (Madrid, 1966) ha ganado algunos de los más importantes premios literarios españoles, como el Planeta o el Nadal, y es autor de una variada obra de ficción y no ficción en la que destaca la serie del subteniente Rubén Bevilacqua y la sargento Virginia Chamorro. Acaba de publicar "Lejos del corazón" (Destino).

-Veinte años de historias de Bevilacqua y Chamorro. ¿Cómo han cambiado ellos y cómo la Guardia Civil?

-La serie relata tres cambios: el de los personajes, el de la Guardia Civil y el de la sociedad española; los tres están interrelacionados. Se han hecho mayores, más filosóficos, y se ha agudizado su percepción de la conciencia humana. Son veinte años tratando con la cara oculta de las personas. Tienen mucha información sobre la gente y sobre ellos mismos. La Guardia Civil ha culminado una transformación que yo pillé en curso. Tenía que sacudirse la identidad postiza de la dictadura para reconectar con su identidad original; la Guardia Civil franquista es una aberración, algo monstruoso, la Unicef de Herodes, si se me permite la metáfora bárbara. Se creó en el siglo XIX como servicio a la ciudadanía, alejada de la política, y fue convertida (con Franco) en herramienta de control y represión de la ciudadanía. La Guardia Civil parte de un ideario liberal y de una idea moderna de España. Ha sabido saltar muy bien al vagón del siglo XXI.

-Carlos Quílez decía que una de las instituciones que ha funcionado contra la corrupción es la Guardia Civil...

-Lo de estar de vuelta de todo es antiguo. La Guardia Civil tiene algo muy moderno: en un tiempo de especuladores, muchos de los que la forman están dispuestos a poner toda la carne en el asador. Es algo revolucionario. Han sabido leer que no se puede transigir con la Gürtel, la Púnica... La sociedad española ha cambiado mucho: ha pasado del autohalago a ver caer muchas cosas. Es menos tolerante con las hipocresías y las falsas apariencias; se tragaba todo. Es una sociedad que convive más y mejor con la verdad. En ese sentido, es un país que tiene mejor futuro.

-Bevilacqua se declara como un "verso libre" que ha sabido encajar en el orden de la Guardia Civil. ¿Es eso posible? ¿Una licencia?

-Sí, porque los conozco; no es licencia literaria. Hay gente que llegó a la Guardia Civil por accidente como Bevilacqua, sin mayor sentido patriótico, pero que ha sabido integrarse, hacer su trabajo. Está el caso del asesinato de Diana Quer. Si se pudo amortiguar el dolor de su familia es porque tres guardias fueron capaces de hacer confesar a un individuo con el alma negra como el carbón, alguien que no tenía interés alguno en decir dónde estaba el cadáver de la chica.

-En esta novela, lleva a su pareja al Campo de Gibraltar, uno de los puntos calientes de Europa. No es una decisión casual, supongo.

-Tengo el Campo de Gibraltar en en mi punto de mira literario desde hace quince años. Es un escenario sobrecogedor por el cruce de fronteras. Para la novela negra es interesantísimo: tráfico de drogas, blanqueo, tráfico de personas, rivalidades continentales, entre Estados... Es la frontera con mayúsculas, llena de gente de frontera. Y me voy a la ciberdelincuencia, que es la criminalidad menos consabida.

-En la novela, un general avisa de que el ochenta por ciento del crimen futuro será ciberdelincuencia...

-Cifra oficial: los ciberdelitos crecen en España cada año un veinte por ciento.

-¿Ha querido contrastar a sus personajes con el crimen del futuro, que ya está aquí?

-Sí. El título de la novela alude a la creencia de que pensamos que es un crimen inocuo. Gente que no tiene aspecto violento, retraída... Cuando ves que un chaval de esos ha limpiado millones de euros a gentes humildes... Si le limpian treinta euros a Ana Patricia Botín, no pasa nada, pero si ocurre con una pensionista que cobra quinientos euros, pues se aterra porque no sabe lo que está pasando. No es gente inocua y suelen ser polidelincuentes.

-Volvemos al Campo de Gibraltar. En la novela, un guardia llega a decir que en ese territorio no se impone la ley. ¿Una parte de España que puede acabar convertida en Estado fallido?

-Está en el borde.

-También se dice en el libro: Baltimore al lado de esto es Barrio Sésamo...

-Hay un poco de broma. Hablamos de una zona asomada a una frontera continental, que es, además, la frontera entre la riqueza y la pobreza. Es una realidad terrible. Las fuerzas policiales se lo toman en serio, pero si no se le dedican los medios suficientes se generan espacios de Estado fallido. Los he visto. Los que van en las narcolanchas hacen la peineta a la Guardia Civil. Ahora bien, no está tan generalizado como para decir que las organizaciones criminales han asumido el poder. Todavía no ha pasado, pero han acumulado mucho dinero. Una cosa terrible es oír a los guardias hablar de sus compañeros corruptos. Cosas humanas: te divorcias, te ponen una pensión alta, no ganas mucho dinero. Alguien se te acerca y te ofrece hasta comprarte un Mercedes, pues hay gente que cae. Hay delincuentes que tienen dinero ilimitado para hacer eso; pueden comprar a todos los que están en venta.

-En la novela también regresa el pasado: las conversaciones de Bevilacqua con el capitán Álamo sobre el País Vasco y los "años de plomo"...

-Fue una guerra que se ganó. Durante mucho tiempo parecía que como mucho se podía empatar, pero se ganó. Y hasta tal punto, que hoy Intxaurrondo es una casa cuartel más. Hay algo que, quizás, la gente no sabe: allí hay un cuadro con los rostros de unos cien guardias civiles muertos.

-En "Lejos del corazón" está también la preocupación por los "bitcoins", esa moneda que casi nadie sabe lo que es.

-Es como el billete de quinientos. Comparto la desconfianza de Bevilacqua. Es un fenómeno que no tiene la transparencia suficiente como para estar tranquilos.

-¿Bevilacqua simboliza la capacidad de la Guardia Civil para sobrevivir en una España tan cambiante?

-Hay algo en la Guardia Civil que ha conectado en Bevilacqua como individuo. Es un superviviente que, desde la empatía y la honradez, se adapta. Y la Guardia Civil, al igual que Bevilacqua, es también una superviviente desde la empatía y la honradez. Es milagroso que con lo que ha pasado en España desde 1844 hasta ahora haya gente con tricornio.

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