Veintidós niños invidentes de un campamento que se realiza estos días en Pontevedra, y que integran menores procedentes de distintos puntos de España -desde Levante a Burgos, pasando por Cataluña- compartieron ayer una jornada con "Galicia Fiddle" en la isla de San Simón. Los pequeños pudieron aprender una canción tradicional gallega, a través de la expresión y transmisión oral, método pedagógico que retoman desde "Galicia Fiddle". Los menores con discapacidad visual estuvieron acompañados de prácticamente un centenar de niños del campamento de dicha asociación, entre los que se integra un menor refugiado sirio, y sus profesores.
"Aprendemos y enseñamos violín y violoncello a través de la transmisión oral, sin partituras", indicó el profesor de violín tradicional de la Escuela Municipal de Música Folk y tradicional de Vigo (ETRAD), Alfonso Franco, e integrante de "Galicia Fiddle". "Les prestamos a los niños violines para que experimentaran y tocamos todos juntos una muiñeira de un violinista ciego, que es nuestra referencia por su tradición popular, Florencio dos Vilares -apodo que hace alusión a su parroquia natal en A Fonsagrada-. Él fue el último ciego que tocaba el violín en Galicia", explica Alfonso Grande. "Tenemos vídeos y algunas grabaciones que datan de los años 80; e último legado que dejó", añade. Desde Galicia Fiddle han establecido lazos con la ONCE, organización que visitaron la semana pasada, con el objetivo de lograr que los niños ciegos vuelvan a tocar el violín.
Galicia Fiddle es una Asociación cultural sin ánimo de lucro cuyo objetivo es promover el empleo de los instrumentos de cuerda de forma alternativa y el San Simón Fiddle es un curso de música especialmente destinado a niños y niñas, donde se combinan actividades musicales con otras de diversión y tiempo libre. ( Fiddle es el término usado internacionalmente para definir al violín usado para interpretar músicas de raíz). La actividad musical está orientada principalmente a potenciar el empleo de instrumentos de cuerda dentro de la música tradicional. Explotar al máximo la capacidad de improvisación de los participantes es otro de los objetivos principales y en dicho curso de verano la música es transmitida oralmente, prescindiendo de partituras y agudizando la capacidad de retentiva musical de los niños, quienes, en unos días en la isla serán capaces de aprender una melodía en pocos minutos.
