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Jorge Sanz: "El debate no es sí o no al carbón, sino a qué ritmo lo sustituimos"

"La descarbonización es inevitable, pero hay que modular el proceso y amortiguar el impacto con recursos para reactivar las zonas afectadas"

Jorge Sanz, en el Colegio de Ingenieros. // Miki López

Jorge Sanz, director asociado de la consultora Nera y presidente de la Comisión de Expertos sobre la Transición Energética que impulsó el anterior Gobierno de la nación, del PP, asegura que la descarbonización de la economía no está en cuestión y que lo que se ha de discutir es el plazo.

-¿El objetivo de la Unión Europea de alcanzar una contribución de las energías renovables del 32% en 2030 es un muy ambicioso o realista?

-Nos parece ambicioso. En nuestro informe planteamos tres objetivos: el mayor peso de las renovables, la eficiencia (que aún no se ha decidido) y las emisiones de CO2. De los tres, el que vemos más difícil de alcanzar por España es el primero. La UE ha pasado de un objetivo del 27% al 32%. Esto supone que las renovables satisfagan el 32% de la demanda total de la energía. Pero hoy la electricidad solo aporta el 25% de la energía total en España, de manera que si el 100% de la energía eléctrica se generase con renovables, sólo llegaríamos al 25% de la energía total que consumimos. Por lo tanto, para cumplir el objetivo la electricidad tendría que ganar mucho peso sobre la demanda energética total.

-¿Y recurrir a las renovables no eléctricas?

-Las renovables más eficientes son las eléctricas: eólica y fotovoltaica. Lo han demostrado en los últimos diez años. Antes no lo eran, pero ahora son capaces de competir sin subvenciones. Las renovables no eléctricas (como la biomasa) son más caras y exigen deforestar: reduciríamos CO2 pero nos cargaríamos los bosques.

-¿Una mayor demanda eléctrica dispararía el precio?

-Ahora la electricidad no es cara en sí misma, dado que solo supone la mitad del recibo. La hemos hecho artificialmente cara mientras que hemos hecho artificialmente barato con subvenciones el gasóleo, que es contaminante. Con esta fiscalidad no vamos por el buen camino. El precio de la electricidad dependerá de la demanda y de la oferta (ahora tenemos exceso de capacidad de generación en España) y del coste de energías como el gas. En un futuro (sin carbón y sin nuclear) el precio de la electricidad será la media entre el gas (que se está abaratando por la producción en EE UU mediante la fractura hidráulica) y las renovables, cuyo coste variable es cero. Así que todo apunta a que una entrada masiva de renovables bajaría el precio.

-¿Y si esta transición se hace a corto plazo?

-En el caso del cierre de las centrales nucleares dependería de por qué se sustituyan. Si se sustituyen por centrales de gas, el coste se encarecería el 20% y se duplicarían las emisiones de CO2. Hoy no es posible sustituir la nuclear por renovables por garantía de suministro.

-¿Y en el caso de las térmicas de carbón?

-No ocurriría lo mismo porque, aunque el carbón y el gas tienen el mismo precio, mientras para producir un megavatio de electricidad se precisan dos megavatios/hora de gas, se necesitan tres de carbón. También depende del precio de los derechos de emisión de CO2, que se ha duplicado y que tenderán a subir. Los derechos de CO2 penalizan al carbón.

-¿El carbón tiene poco futuro?

-Nadie se debe engañar: estamos en un proceso de descarbonización y el carbón es fuente de emisiones. Así que el debate no es sí o no al carbón, sino a qué ritmo lo sustituimos. El consenso científico admite el calentamiento del planeta y lo liga a la acción humana por el CO2. Tenemos que decidir si queremos vivir mejor nosotros o dejar un planeta mejor a nuestros hijos. El reto de la descarbonización es modular su ritmo para que podamos absorber el impacto sobre el empleo. Pero exigirá la reconversión de negocios y cambios en los hábitos de consumo. El cambio no será gratis.

-¿Habría problemas en la garantía de suministro?

-No. España tiene exceso de capacidad de generación: el 30% más que el consumo punta. Lo normal es tener un exceso del 10%. No tiene sentido mantener instalaciones sin producir: o se hibernan o se cierran para rebajar costes. Tener una instalación disponible tiene un coste fijo que hay que cubrir. En muchos casos es preferible hibernarlas porque sería más caro volver a construirlas si dentro de diez años se necesitan por un aumento de la demanda. La decisión de qué plantas se cierran no pueden ser discrecional por criterios políticos, sino por costes, mediante una subasta en la que se opte por las plantas más baratas, salvo en determinados territorios, donde haya plantas estratégicas porque sin ellas se produjesen restricciones técnicas y problemas de seguridad local.

-¿Y los territorios afectados por los cierres?

-En nuestro informe decimos que la transición energética debe ser justa. La política consiste en anticipar los costes del proceso. Por lo tanto, tiene que haber recursos para reactivar las zonas afectadas y modular el proceso. Este tránsito tiene costes pero también ventajas. Y hay que saber detectarlas y liderar el proceso en positivo.España ya es líder en renovables. Las regiones afectadas pueden encontrar nuevas oportunidades que las compense. Los cambios tecnológicos no se pueden parar y en el cambio climático nos jugamos mucho.

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