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Natalia López-Moratalla: "El ciclo de la violencia es masculino: ante un abandono ella llora y él es capaz de matar"

"Las tareas virtuales y el estrés afectan al desarrollo mental del niño" - "Con la fecundación in vitro se pasó de atender un problema médico a la programación de la vida familiar"

Natalia López-Moratalla. / Irma Collín

Natalia López-Moratalla (Granada, 1946) es catedrática universitaria e investigadora española en las áreas de Bioquímica y Biología molecular. Obtuvo la licenciatura en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y el doctorado en Ciencias, sección Biología, por la Universidad de Navarra. Ha sido profesora en la Complutense, Barcelona, Navarra y Valencia. En 2013 pasó a ser catedrática emérita. En investigación ha ostentado puestos de responsabilidad en asociaciones, comisiones y congresos relacionados con su actividad científica y docente, entre ellas la de presidenta de la Asociación Española de Bioética y Ética Médica.

- Desde el punto de vista biológico, ¿en que se diferencia el cerebro del hombre y el de la mujer?

-Se han visto en algunas áreas unas diferencias muy claras y en otras, no. Medimos las conexiones y sabemos, sin lugar a duda, que el trazado general de los 'cables' es distinto: en los hombres va por los dos hemisferios, de la frente a la nuca y de la nuca a la frente y en las mujeres, sin embargo, va de un lado a otro, en la parte frontal. Por eso, existe una estructura de cerebro de varón y cerebro de mujer.

-¿Cómo se traduce?

-No significa, para nada, que unos sean más y otros sean menos. Estadísticamente hay actividades que los hombres realizan con más facilidad, lo típico es la orientación espacial mientras en la fluidez verbal o la capacidad de expresar con palabras las emociones, ganan las mujeres. Nosotras tenemos muchas más memoria emocional y más capacidad de empatía y los hombres tienen una empatía más cognitiva. Desde los inicios de la humanidad, por su papel como gestante, era difícil que la mujer jugara un rol en la caza, en la búsqueda de alimentos mientras ellos sí, por la orientación espacial.

-¿Cómo se desarrolla el cerebro materno y el paterno?

-La que amamanta y trata fundamentalmente al niño en los primeros años es ella y la conexión que se genera entre la madre y el bebé durante el embarazo es muy importante para entender lo que le pasa a una criatura que no habla. Esa empatía emocional genera una afectividad fuerte que tiene una segunda vía que silencia las partes negativas. Es un cariño sin condiciones mientras que el padre, que no es que lo quiera menos sino que lo quiere de distinta forma, al tener una empatía más cognitiva es capaz de valorar en lo que vale el niño y poder ayudarle para el futuro; es más cerebral.

-Si hay dos cerebros distintos, ¿conviene un abordaje distinto de las enfermedades?

-Sí. Es que hay patologías especialmente cerebrales donde se marca la diferencia corporal. Por ejemplo, la incidencia de la depresión es muy femenina, por las hormonas o la anorexia mientras en los chicos hay mucho más autismo, fobias sociales, o psicópatas. El cerebro masculino trabaja con hormonas distintas del femenino, frente a la oxitocina, que es la hormona de la ternura, que sube con la paternidad, está más baja en los hombres mientras la testosterona es típicamente masculina.

-¿También existe un tamiz diferente cuando se analiza por sexos el cerebro enamorado?

-En el enamoramiento, el cerebro es muy universal y el cerebro de los enamorados se parece bastante al cerebro materno: la alegría de verse, el deseo de estar juntos, la tendencia a la unidad y, la parte de no ver los defectos, que cambia si es hombre o mujer. Ella es más emocional y si se enamora, con el contacto físico le sube la oxitocina y es lo que más le excita sexualmente mientras que el varón pude seducir o engañar más fácilmente. Luego, el enamoramiento también desarrolla una actividad del cerebro sexual, situado en el hipotálamo y la constitución de esa zona es también distinta entre el hombre y la mujer. Para el hombre el principal estímulo es el visual mientras para ella, el táctil. La voz también tiene un atractivo en ambos. Ella procesa todos esos estímulos en un zona del hipotálamo más cerca de la frente, por eso es más fácil el control de los impulsos eróticos mientras en el hombre están más alejados de la frente y tiene menos control, es más impulsiva su respuesta.

-¿Esa respuesta se vincula con la violencia machista?

-Sí. Se ha analizado mucho la respuesta del cerebro a los celos. Ella responde a la presencia de un tercero achicándose emocionalmente porque lo que más le afecta no es tanto que haya otra sino que la quieran menos, entonces es más fácil engañar a la mujer planteándole que la otra es un pasatiempo que a la que se quiere es a ella. La mujer no suele tener una respuesta violenta ante una infidelidad o un abandono, llora. Y a los hombres les salta la violencia y son capaces de matar. El sentido de posesión es muy característico de las energías masculinas. Ella seduce de otra forma, aun siendo celosa o dominante, pero no es violenta. El ciclo de la violencia que llega al maltrato y el asesinato es muy masculino.

-¿Hasta qué punto un contexto social de ritmo acelerado influye en el cerebro infantil?

-Se confirma que el mundo virtual y el estrés al que sometemos a los niños influye en su desarrollo. Una de las cosas más bonitas del embarazo es que hace que la mujer tenga un cerebro multitarea sin perder la prioridad en el niño. El cerebro de una madre y un padre es una riqueza para las empresas, por eso todas las políticas para dejarles criar a sus hijos son positivas. Al hombre, jugar con el niño le quita el estrés. Pero luego los niños realizan unas tareas muy virtuales en la escuela además de actividades muy reglamentadas que hacen que no jueguen cuando quieren. Defiendo el derecho al rasguño; el niño necesita de juegos reales. Todo el déficit de atención y la hiperactividad tiene que ver con conexiones del cerebro mal hechas.

-¿Hasta qué punto influyen esos mundos virtuales en el trabajo de la Ciencia?

-Lo que veo es que, como hay técnicas tan poderosas y apasionantes, haces experimentos con aparatos más complicados, y sólo estás pensando en el 'paper'. No disfrutas con lo que has hecho sino que escribes fríamente unos resultados que te ha dado el ordenador. Hace años, los aparatos eran más sencillos, pero cogías un papel y un lápiz y en el cuaderno trazabas todos esos resultados negativos que te llevaban a buscar otro camino.

-Cómo miembro del Comité de Ética de España, ¿qué opina de la reproducción asistida?

-La primera niña de fecundación in vitro era algo para paliar una esterilidad y hoy se ha convertido la técnica derivada de la Ciencia que se ve como algo habitual aunque vaya en contra de la naturaleza. Enseguida pasamos de matrimonio estable con un problema real a una técnica para resolver algo. Y esta técnica ha hecho posible que en determinadas circunstancias se acuda a ella pero no ha habido proyectos ni presupuestos para investigar y curar la esterilidad. Eso ha dado lugar al derecho al niño. Tras el primer bebé probeta en Francia llegó una mujer sola que dijo que quería un bebé. Hemos pasado de un problema médico a una programación de la vida familiar y un cambio en la relación paterno filial, con todas las consecuencias. Y hay que pensar en esas criaturas. Se generan unidades familiares desestructuradas desde el inicio.

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