Morriña es una de las palabras preferidas de James Rhodes, que confiesa la gran expectación que le provoca tocar aquí. En menos de un mes, el 7 de julio, el pianista británico se subirá al escenario del Auditorio Mar de Vigo con su "Fire on All Sides tour" y se espera que cuelgue el cartel de "no hay entradas". "Estoy muy emocionado con ir a Vigo. Estuve en Santiago de Compostela y en A Coruña y ahora estoy feliz por visitar Vigo. Me han dicho que el paisaje y la comida es increíble, además voy a estar justo al lado del mar", celebra.

-Ha logrado que personas que no asistían a conciertos de música clásica llenen sus conciertos, algo provocado por el contexto que añade a sus interpretaciones al piano. ¿Por qué decidió que había que explicar la música al público?

-Siempre he pensado que es muy importante que los músicos incluyan al público en sus actuaciones. Con la música clásica sucede que directamente se ignora a la gente. Se gastan todo ese dinero en una entrada, vienen y escuchan cómo el músico está tocando en el escenario y eso es todo. Yo siempre creí que sería interesante que el músico se tomase dos o tres minutos para explicar un poco del contexto de la pieza que va a interpretar porque así consigue una relación mayor con el público.

-Es una especie de "servicio público" para acercar la música clásica a la gente.

-Sí. Es que cuando vas a un concierto de rock los músicos suelen hablar con el público, es normal que lo hagan. Y, de alguna manera, con la música clásica parece más como si fueras a la iglesia: no puedes hacer ningún ruido, tienes que llevar la ropa adecuada y todo es muy respetuoso y sagrado. Eso es una tontería, es una absoluta mierda y no sé de dónde viene. No puedes simplemente estar en calma, cerrar los ojos y desaparecer... Escapar mientras escuchamos música, eso es lo que más necesitamos.

-¿Cómo escogió el repertorio que interpretará en su concierto en Vigo?

-Elegí obras que amo, con las que siento que puedo contar una historia. Lo tenemos todo: de Bach a Chopin y Rachmaninov; así que cubrimos casi trescientos años de música, lo cual es asombroso.

-Asegura en su libro "Instrumental" que el compositor Johann Sebastian Bach le salvó la vida, ¿es esencial para usted?

-La música lo es. Pero no solo para mí, para todo el mundo. Es decir, ¿puedes imaginarte la vida sin David Bowie, Queen o The Beatles? Es simplemente imposible. No me importa si eres fan del heavy, de Luis Fonsi o de Bach. Si eres un apasionado de algo no puedes imaginarte un mundo sin ello. De alguna forma esto lo sentimos todos, la música tiene esa capacidad de unirnos.

-Decía que podía contar una historia con las obras que tocará al piano, ¿qué historia?

-Con estas piezas puedo hablar de cuál es el significado de la felicidad y de que, incluso cuando las cosas parecen tristes en la música, siempre hay una sensación de júbilo y felicidad debajo de esa tristeza. Para mí, estas obras simbolizan la felicidad y el amor. Pero la gente tiene que venir a escucharlas y tomar su propia decisión.

-Defiende que una buena técnica al piano no lo es todo si no va acompañada de un profundo sentimiento acerca de lo que se está interpretando, ¿cree que quienes le escuchan en directo advierten esa diferencia?

-Creo que la gente siempre puede decirte si estás sintiendo lo que tocas o no. En cualquier concierto, eso se transmite al público. Eso es lo maravilloso de tocar en directo y no llevar cosas grabadas en un estudio, porque tienes esa electricidad y esa atmósfera. Vas a un concierto y nunca volverás a escuchar esa música interpretada de la misma forma. Eso es muy especial porque estamos todos unidos, disfrutando y compartiendo ese momento. Honestamente, para mí es imposible no sentir algo acerca de lo que estoy tocando; la música es demasiado emocionante y poderosa.

-¿Y compone su propia música también?

-No, todavía no. Quizá algún día.

-La música fue su oxígeno cuando era pequeño, después creció y encontró las palabras para compartir por lo que había pasado en la novela "Instrumental" primero y ahora en "Fugas", donde se habla mucho de la depresión. ¿Cómo se siente al hablar de todo esto?

-La verdad es que siempre me había prometido a mí mismo que lo haría, porque cuando hablas de estas cosas tan difíciles puedes ayudar a mucha gente. Una de las cosas más comunes con la violencia sexual o las enfermedades mentales es la vergüenza y esa sensación de que hay que mantenerlo en secreto porque hemos hecho algo mal. Debemos hablar más de ello... todos conocemos el "caso Maristas" [en Barcelona] o las atrocidades vinculadas con la Iglesia católica, pero no conocemos los nombres de las víctimas. No podemos nombrarlas. Claro que es incómodo hablar de esto y es difícil. A veces me siento incómodo porque me encuentro con alguien en el metro o en la calle y sé que ellos saben mucho de mí, pero por otro lado tengo cientos de correos electrónicos de gente que me dice "leí tu libro y sentí que alguien entendía por lo que estoy pasando". No es fácil, pero creo que no podemos callarnos ciertas cosas.

-Gracias a testimonios como el suyo, parece que se va "normalizando" hablar de ello.

-Eso espero, pero nos queda un largo camino. El desastre del caso de La Manada... esa catástrofe... Cuando algo así ocurre en un país tan avanzado como España, te das cuenta de que hay algo que está muy mal y que muchas cosas tienen que cambiar.

-Sus libros están llenos de honestidad, la misma que muestra en las redes sociales, ¿cómo consigue gestionar tanta empatía?

-Es algo hermoso. Obviamente, siempre hay algo de crítica. En internet todo el mundo dice lo que quiere, es una cosa muy extraña. Soy muy afortunado porque recibo muchos comentarios y la gente se muestra increíblemente amable conmigo.

-Recientemente publicó una carta de amor a Madrid, ¿está allí mucho mejor que en Londres?

-Es curioso porque cuando te vas de un sitio ves sus problemas. Una de las razones por las que dejé Londres fue porque sentí que era un sitio horrible con gente horrible, y estaba todo lo del Brexit y la suciedad de la ciudad... Pero es que había vivido allí toda mi vida y venía de eso. Y de pronto llego a este increíble país y fue como enamorarme. Ese sentimiento no se ha ido y pensé que estaba bien dejarlo por escrito. Me he sentido muy bienvenido en España, está siendo una experiencia extraordinaria.

-Hace diez meses que reside en Madrid, ¿piensa en mudarse definitivamente?

-Por supuesto que sí, pero es muy complejo. Estoy buscando la forma de conseguir la residencia y hay mucho papeleo. Tengo un plan, a ver si políticos como Pedro Sánchez y Manuela Carmena me pueden ayudar, tocaría gratis para ellos para conseguirlo [bromea]. Mi plan es quedarme aquí, espero formalizarlo el próximo año. Quiero ser un madrileño de verdad.

-Ha hecho buenos amigos gallegos en la capital.

-¡Sí! Me encantan mis amigos gallegos. Estoy aprendiendo un montón de palabras guais. Una de mis preferidas es morriña. ¡Qué palabra tan maravillosa!

-¿Le han contado algo sobre la retranca gallega?

-Uno de mis amigos es el actor Tamar Novas. Él piensa que tiene sentido del humor, pero en realidad no es cierto. No es gracioso [ríe]. Pero le quiero muchísimo y hablamos mucho de Galicia.