"Una forma interesante de ver España es ver cómo nos ven los demás; intentar verlo de una forma menos apasionada". Y así, con la serenidad que da la distancia es como el periodista y escritor vigués Alfonso Armada ha transitado por la España de "Por carreteras secundarias" (editorial Malpaso), un libro que retrata ese país que no sale en las noticias. "Queríamos descubrir una España que está fuera de las noticias, fuera de los focos, un país desconocido. Estos lugares aparecen únicamente en las noticias cuando hay un crimen o una catástrofe natural, cuando sucede algo extraordinario. En general, es como si allí no hubiera nada y quería mostrar que allí también hay personas, historias, vidas que merecen ser atendidas", explicó el invitado del Club FARO.

El periodista, que ha trabajado para los principales diarios del país, entre ellos FARO, y ha sido corresponsal en Sarajevo, Nueva York y África, asegura que España es su crítica más feroz. "Nos falta capacidad para vernos de forma desapasionada. Somos absolutamente extremados, para lo bueno y para lo malo. Somos capaces de denostar nuestro país de forma brutal después de decir como que como España no hay nada. Somos un país que estamos constantemente cuestionándonos. Y en este sentido somos un país muy fatigoso", aseguró el ponente.

La premisa del viaje era tratar de no pisar las autopistas y recorrer la España menos glamurosa, la que tampoco es centro de atención de turistas y visitantes a través de carreteras nacionales y provinciales para descubrir realmente el paisaje, sentirlo, y a sus gentes, escucharlas, entenderlas. "Las autopistas aíslan del paisaje porque además van entre alambradas, igual que los trenes de alta velocidad, que consumen tiempo pero no te permiten conocer el paisaje, conocer a la gente, no te permiten pararte, distraerte, perderte", manifestó. Un viaje realizado con la fotógrafa Corina Arranz, cuyas imágenes en blanco y negro dan soporte a los textos. "Me gusta trabajar con el fotógrafo porque este siempre busca algo distinto que el periodista cuando enfoca y esa mezcla de miradas da una tercera realidad, que es la que llega al lector", explicó.

Este libro pretende ser una pérdida buscada por una España que se ha quedado aislada entre esas alambradas y que parece estar a punto de desaparecer. "El libro tiene un poco de ese mundo que termina y de ese que no acaba de nacer. Estamos en un momento de transición extraño; estamos todos embebidos en esta cultura digital a la que todos nos asomamos y del que todos terminamos siendo víctimas; estamos en un proceso de aceleración constante y quizás cuando miramos a ese otro mundo vemos que tenía más sentido, que había otros valores. Ahora estamos en un proceso de disgregación que no se sabe muy bien hacia dónde va", explicó.

Esto no significa, sin embargo, que "Por carreteras secundarias" deba entenderse como una oda a la vida rural o una crítica feroz al urbanismo, matizó el conferenciante. "No hay una especie de culto por la vida tranquila y sosegada de los pueblos frente a la vida desquiciada de las ciudades porque yo soy un hombre de ciudad y en las ciudades es donde nos hicimos a fin de cuentas ciudadanos y donde la democracia cuajó. Hay virtudes en la lentitud de los pueblos como hay virtudes en la vida de las ciudades", añadió.

Hay algo de nostalgia también en este libro, como también comentó Helena Cortés, profesora de Filología y Traducción de la Universidad de Vigo y exdirectora del Instituto Cervantes en Hamburgo, que presentó al ponente. "Me preocupa mucho que hemos dejado de hacer cosas con las manos. Cada vez hay menos gente que sepa hacer cosas con las manos", reconoció Armada. Por ello le emocionó descubrir que en los astilleros de Barreras vuelve a construirse barcos. "Los astilleros, en mayor o menor medida han dejado de hacer barcos, siderurgias que han cerrado, minas que no funcionan, campos que no son cultivados, y hay una sensación de que trabajos que daban vida a muchos lugares hoy son parques temáticos", añadió.

Reconoció que desde niño soñó con viajar y que las salidas que hacía en el Citroën tiburón de la familia a Portugal, cuando aún existía la frontera, le marcaron para siempre, un Citroën tiburón como el que aparece en la novela "Carreteras secundarias" de Ignacio Martínez de Pisón, que prologa esta obra de Armada. "Es también un homenaje a esa novela", reconoció.