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Karina Pombo García: "Muchas científicas deben elegir entre carrera y vida personal, no hay igualdad"

La carballesa trabaja en el Instituto Max Planck de Biología Molecular y Genética de Dresde

Karina Pombo posa a la entrada del instituto en el que trabaja.

Iniciar su carrera científica al lado de un "referente mundial" como la catedrática María José Alonso, la investigadora española de mayor impacto en ciencias de la salud, le inspiró y marcó el camino a seguir. Karina Pombo (Carballo, 1987) trabaja desde hace 6 años en la ciudad alemana de Dresde, primero en la Asociación Helmholtz y, desde 2016, ya como 'postdoc', en el Instituto Max Planck de Biología Molecular y Genética (MPI-CBG), uno de los 83 que integran esta prestigiosa red alemana con 18 premios Nobel.

Licenciada en Farmacia por la universidad compostelana, realizó una tesina en el laboratorio de Alonso relacionada con la puesta a punto de nanomateriales para vacunas frente a la hepatitis B. Y en 2012 llegó a Dresde para iniciar un doctorado que también incluyó una estancia de más de un año y medio en la Monash University de Melbourne.

Su tesis consistió en el desarrollo de nanopartículas que actualmente se encuentran en fase de ensayos clínicos y que pueden ser detectadas a través de resonancia magnética o PET para diagnosticar el cáncer en estadíos muy precoces. "La Asociación Helmholtz cuenta con un hospital universitario y la posibilidad de estar en contacto con los pacientes te ayuda a recordar el destino final de tus investigaciones y a conocer las necesidades reales", comenta.

Acabada esta etapa, realizó una breve estancia en la Facultad de Medicina de Harvard y desde octubre de 2016 forma parte del MPI-CBG, un centro de referencia internacional donde 500 investigadores de más de 50 nacionalidades realizan estudios punteros relacionados con la formación de las células. El proyecto de la propia Karina, "muy arriesgado" dado su carácter exploratorio, podría permitir adelantarse a la formación de las células cancerígenas y establecer nuevas dianas terapéuticas.

La científica carballesa forma parte del laboratorio de Alf Honingmann, focalizado en los componentes de la membrana que regulan procesos biológicos fundamentales como la polarización, en el que ella centra su atención. "Cuando las células pierden su forma polarizada pueden convertirse en cancerígenas, pero si identificásemos el gen responsable podríamos adelantarnos y reprogramarla, hacer una medicina personalizada", destaca.

Así que su objetivo es crear una herramienta capaz de observar en el interior de células vivas y "en tiempo y espacio real" cómo determinadas proteínas tejen sus interrelaciones a modo de tela de araña. Y alcanzar estas dimensiones, un billón de veces más pequeñas que las de una célula, solo es posible gracias a una tecnología tan puntera como la microscopía de súper-resolución, que le valió el Nobel en 2014 a uno de los científicos de su centro.

Karina también utiliza la técnica genética Crispr, otra candidata al premio de la Academia Sueca, para modificar células madre de ratón y obtener neuronas. Y su objetivo para los próximos años, además de crear su propio grupo, es optimizar la herramienta hasta que sea efectiva en órganos en vivo. "Mi motivación es la investigación contra el cáncer y me parece fascinante crear algo que pueda utilizar mucha gente en el futuro para responder a nuevas preguntas", asegura.

Pero trabajar en la vanguardia también puede generar en ocasiones cierta frustración: "Parece que estás haciendo cosas de ciencia-ficción y llegas a un hospital y es cómo retroceder diez años. Debería haber más interacción entre los investigadores y los profesionales de la medicina para avanzar hacia mejores tratamientos y más personalizados. Creo que esta colaboración irá en aumento porque las nuevas generaciones están muy motivadas en este sentido".

Karina también aboga por una "ciencia internacional" -"Está bien captar a genios españoles, porque hay gente maravillosa fuera, pero lo importante es fichar a los mejores"- y lamenta que, a igual que en otros ámbitos, también en ciencia hay una brecha de géneros por salvar.

"A medida que pasa el tiempo y quiero progresar en mi carrera soy más consciente de ello. He conocido a mujeres excelentes, soy representante de los 'postdoc' en mi centro, y muchas científicas deben elegir entre su carrera y la vida personal. No hay igualdad", critica.

Apasionada comunicadora científica, Karina ha participado en iniciativas como el concurso de monólogos científicos Fame Lab, en el que llegó a ser finalista en 2015: "Cada vez que voy a Carballo intento visitar los colegios para hacer experimentos con los niños. Toda divulgación es necesaria y tiene que venir de los investigadores. Hay que darle normalidad como una profesión más y que la sociedad sea más consciente de la labor que hacemos. En Alemania esta cultura está muchísimo más arraigada que en España".

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