Aunque el epicentro de la explosión que sacudió Tui tuvo lugar en Paramos, media provincia de Pontevedra sintió por un instante el miedo y confusión ante semejante estallido. No hay vecino en el entorno que no sufriera de uno u otro modo las consecuencia de la deflagración y su onda expansiva. Desde casas, hasta garajes pasando por coches o talleres; pocas construcciones se libraron de la denominación "afectada". A casi dos kilómetros del núcleo destructivo también se dejaron notar las consecuencias. Concretamente fue en el lugar de O Regueiro, donde el taller del escultor ponteareano Silverio Rivas también sufrió los coletazos de la catástrofe.

Cristales reventados, placas de uralita lanzadas por el aire (en el camino a su taller todavía se apreciaban) y también puertas correderas sacadas de su rail. Gran parte de su enigmática y modernista obra campa por los aledaños del terreno que el escultor posee en la parroquia tudense sin sufrir daño alguno. "Casi podríamos definirlo de milagro, pudo haber sido mucho peor", aseguraba ayer el artista, que se encontraba trabajando en su taller.

A Rivas, autor de obras tan célebres como la Porta do Atlántico, en la viguesa plaza de América, y del monumento al Bicentenario, situado frente al Concello, de Vigo en el límite de las calles Venezuela y Camelias, el estruendo le pilló trabajando. "Estaba con mi ordenador trabajando aquí, en el taller, cuando de repente escuché el estallido, como si fuera una bomba", recordaba el artista natural de Ponteareas.

Al momento, salió al exterior y comprobó los desperfectos. "La verdad, viendo lo que pasó realmente sería muy injusto quejarme, porque solo han sido daños materiales y tampoco de suma importancia", desmerece el escultor. Tras esto, cogió el coche y acudió hasta la "zona cero" de la deflagración donde pudo ratificar en primera persona "la suerte" que tuvo. "Al fin y al cabo a nosotros no nos ha pasado nada, pero visto lo visto podría haber sido muchísimo peor", admitía.

En su caso y como él mismo explica, fueron dos los talleres afectados. El más próximo a la casa, que perdió gran parte de la cristalería, y el que se encuentra al fondo del recinto, que también dejó de contar con parte del techo. La fuerza de la onda expansiva también reventó el cerrojo de una parta lateral del recinto El alógeno de una de las instalaciones también se descolgó del techo, siendo sostenido únicamente por los cables eléctricos. Tanto sus obras como la maquinaria quedaron intactas.

En el entorno de O Regueiro no fue el único vecino que se vio afectado. En una carretera paralela a la que conduce al obrador, una mujer y su familia también sintieron el impacto. "Las puertas de mi garaje se doblaron por completo y llegó a romper incluso un trozo de la pared de piedra que las sujeta", relataba. Tanto ella como otros conocidos se acercaron hasta la zona de Paramos para ayudar a los heridos y poner a su disposición su segunda vivienda, contigua a la suya. "En esta casa no vive nadie, por ello les dijimos a todos que podían pasar la noche o los días que considerasen", narraba. Su vecina de al lado no se encontraba en la casa en el momento de los hechos, pero al regresar a la vivienda fue imposible abrir la puerta. "Esta completamente forzada por la acción de la onda expansiva", lamentaba.

En su caso, como también hicieron muchos otros residentes del entorno, comenzaron las obras de adecuación de los desperfectos. Era común observar ya ayer, en previsión de lluvia, empresas de construcción, cristaleras o grúas arreglando los destrozos que causó la explosión del almacén pirotécnico clandestino de Paramos.