Javier Moro rescata en "Mi pecado" la historia de Conchita Montenegro, la primera actriz española en triunfar en el Hollywood de los años 30. Esta novela -Premio Primavera 2018-, que presentará hoy a las 19.00 horas en El Corte Inglés de Vigo, tiene un argumento tan documentado como cinematográfico.

-Conchita Montenegro fue la Penélope Cruz de los años 30 en Hollywood; toda una precursora, según narra en su novela.

-Conchita Montenegro llegó a ser muy conocida en Estados Unidos. Y no solo en el cine hispano. Creo que fue de las pocas, sino la única, que dio el salto al cine internacional. He contado el Hollywood de los años 30 a través de ella. Es una historia personal, de amor, con Leslie Howard que le doblaba la edad, estaba casado y tenía hijos, pero del que estaba enamorada. Y esa historia acaba engarzada en la gran historia de la II Guerra Mundial.

-¿Por qué cree entonces que su biografía es aún desconocida?

-Ella quiso que la olvidasen. Hay una parte muy misteriosa que comienza cuando conoce a Ricardo Giménez-Arnau. Cuando vieron que su futuro más seguro era el de convertirse en embajadora de España, entendió que su pasado de cómica era un obstáculo. Entonces decidió "cargarse" su propio pasado y lo hizo con saña.

-¿Sostiene que su relación con Howard influyó "decisivamente" en el curso de la II Guerra Mundial?

-Ella hizo unas confidencias a un amigo mío, el escritor José Rey-Ximena, de Cedeira, donde está el monumento a Leslie Howard, que fue abatido en un avión a esa altura de Galicia.

-Se ha dicho que creyeron que Churchill viajaba en ese avión.

-Yo he incorporado en el libro las últimas investigaciones, con documentos desclasificados: no fue un atentado contra Churchill, lo fue contra Leslie Howard, que había tenido una historia de amor muy intensa con Conchita Montenegro. Y que había valido para que Churchill le mandase a España a hablar con Franco. Howard no vino a verla a ella a España. Eso fue lo que dijo Conchita Montenegro a Rey-Ximena, que fue el último en entrevistarla: vino en una misión especial, a intentar convencer a Franco de que España tenía que volver al estado de neutralidad.

-¿Por qué matar a un actor?

-Cuando estalla la guerra, a Howard, sus raíces (era un judío húngaro) le hacen ver que lo que está pasando en Alemania es intolerable. Sonó la alarma en Hollywood y él está entre los primeros jóvenes talentos en posicionarse, se convierte en activista y por primera vez defiende la causa de los aliados. Produce las películas de mayor éxito de taquilla en el año 40 e incluye los campos de concentración. Fue por primera vez con Chaplin en "El gran dictador" y los alemanes quisieron acabar con él. Parece un thriller, pero es que ocurrió.

-Volviendo a Conchita... ¿es cierto que abofeteó a Clark Gable?

-Eso fue en su primera prueba. Era una chica que estaba acostumbrada a lidiar con la gente de la industria del cine... Y no se iba a dejar pisar por este hombre. Le pusieron un bikini ridículo con una playa de cartón piedra de Polinesa detrás y fue a darle la réplica Gable, que ya estaba en la cúspide de su carrera. Vio a esta actriz que era un bombón y le plantó un beso de tornillo. Y ella, que estaba asustada, no se dejó. Le dio un empujón y un bofetón. E inmediatamente se echó a llorar creyendo que se había acabado su carrera. Lo que oiría después son los aplausos del director de la prueba, que dice: "esta chica sí que vale". Ahí se dio a conocer y todo el mundo quería entrevistarse con la actriz que abofetéo a Clark Gable; y así la contrata Buster Keaton.

-¿Se sirvió de su experiencia como guionista y productor para recrear ese Hollywood?

-Mucho. Yo no habría podido escribir este libro si no hubiera pasado allí cinco años de mi vida.