Escocia fijó ayer un precio mínimo al alcohol, una iniciativa calificada de "audaz" y "valiente" por su primera ministra, Nicola Sturgeon, tras años de batalla legal. "Creo que países de Europa y otras partes intentarán imitar lo que se hizo aquí", explicó Sturgeon a la AFP, tras afirmar que Irlanda y el País de Gales quieren lanzar proyectos similares.

Escocia ha fijado un precio mínimo de 50 peniques (57 céntimos de euro) por unidad de alcohol, una medida que toma en cuenta a la vez la cantidad de alcohol y el volumen del producto. Medidas similares se aplican ya en seis países: Canadá, algunos estados norteamericanos, Rusia, Moldavia, Ucrania y Uzbekistán. Una botella de 70 centilitros de whisky no podrá venderse en Escocia por menos de 14 libras esterlinas (15,60 euros) y una de 75 cl de vino con una graduación de 12,5º costará al menos 4,69 libras.

Esta iniciativa, destinada a combatir los estragos causados por el alcohol, cuenta con el visto bueno de médicos y asociaciones que la consideran el mayor progreso en salud pública desde la prohibición de fumar en lugares públicos.

"Esta ley salvará vidas", declaró Alison Douglas, directora general de la organización caritativa Alcohol Focus Scotland, que predice que salvará 58 vidas el primer año.

En 2016, 1.265 muertes en Escocia (5,3 millones de habitantes) estaban relacionadas con el consumo de alcohol, un aumento de 10% con respecto al año anterior.

Audrey Duncan, una exalcohólica de 37 años, declaró a la AFP que los precios baratos habían contribuido a su dependencia. "No creo que me hubiera desanimado pero seguramente que me habría quedado mucho antes escasa de dinero", añadió.