A las puertas de mayo y granizando. Ayer muchos visitantes de Arbo fueron recibidos con lluvia, piedras de hielo y una inusual temperatura fría. Con esas condiciones, la famosa fiesta de la lamprea perdió comensales, aunque después de más de medio siglo de existencia, la tradicional cita gastronómica tiene invitados casi "de plantilla", que no faltan "aunque caigan chuzos de punta".

Eso hizo posible que cientos de lampreas fuesen desapareciendo de la carpa de Arbomostra y que los restaurantes estuvieran llenos durante horas.

Ya a las 12 de la mañana la carpa de degustación, donde se puede saborear lamprea por raciones, empezaba a estar llena. De hecho, el grueso de los visitantes de Arbo a aquella hora estaban dentro de la carpa. Muchos apostaban por la típica lamprea estilo arbense, que se cocina en su sangre y con vino -la ración costaba 10 euros-, y otros se inclinaban por la lamprea en empanada o rellena a 8 euros, en cualquier caso acompaña de vino de la D.O. Rías Baixas de la zona de Arbo, por botella o copa -1,50 euros-.

La imagen fue muy similar a la del sábado, donde la carpa de Arbomostra también recibió el mayor número de visitantes durante toda la jornada, pero especialmente por la mañana.

"Estamos satisfechos pues a pesar de las malas condiciones climatológicas el público ha venido y se ha ensalzado a la lamprea", señaló el alcalde, Horacio Gil, quien, sin embargo, ayer noche no quiso dar cifras de asistentes ni de lampreas vendidas. "No tenemos un control del volumen de negocio de esta fiesta, sabemos que los restaurantes están llenos pero no sabemos cuántas lampreas venden y, a esta hora, tampoco tenemos datos de las que se han vendido en Arbomostra...", señaló el alcalde.

La lamprea, al que algunos de los comensales definen como "el pescado que sabe a carne" o como "excelente manjar de la gastronomía del Miño" fue homenajeada en Arbo una vez más por personas llegadas principalmente de Vigo, Pontevedra y Ourense, y también por vecinos de la localidad.

Esta fiesta es uno de las numerosas puestas en marcha para potenciar el turismo en los años sesenta del siglo pasado. Cuando se instauró por el Concello, Arbo ya llevaba siglos de tradición culinaria en torno al famoso pez ciclóstomo, que nace en el río, va al mar y regresa al río para desovar. Las presas arrebataron a los otros municipios río arriba la posibilidad de degustar el preciado pez siendo Arbo uno de los últimos reductos al que llega con todas sus propiedades.

"Las lampreas llegan con carne más dura y sabrosa a Arbo, por su lucha contra la corriente del Miño", explica el representante de la Asociación de pescadores O Travadoiro. Para degustar lamprea de otras zonas y que adquiera propiedades parecidas, los restauradores deben ponerlas en viveros durante al menos un mes. Los pescadores, que están intentando que la administración les permite su venta sin pasar por la lonja, indicaron que este año ha sido de excelentes capturas, aunque nada comparables con la de otros años. Para pescarlas usan las típicas pesqueiras, algunas de las cuales pueden alcanzar los mil años de antigüedad.