New Bedford es una población norteamericana, poco más grande que Pontevedra. En la noche del 6 de marzo de 1983, Cheryl Araujo, de 21 años, fue violada por no menos de seis hombres en la taberna "Big Dan", un local que en el momento de la agresión estaba atestado de gente. Nadie ayudó a la joven: antes al contrario, muchos de los presentes en el bar jalearon a los violadores, que usaron la mesa de billar como altar de sacrificio. Durante el juicio posterior, Araujo sería duramente atacada por las defensas de los acusados. Sólo cuatro personas serían condenadas por la violación, con penas máximas de nueve a doce años. Tras la sentencia, Cheryl Araujo tuvo que irse de New Bedford, víctima también del rechazo de la ciudadanía.

Treinta y cinco años después de aquella violación, los hechos del "Big Dan" resultan cruelmente cercanos a nosotros, a ese caso de "La Manada" que enciende las redes y las calles de toda España. También la sensación de que hay una tendencia a juzgar a las víctimas de la violencia machista. Pero a diferencia de Cheryl Araujo, la víctima de "La Manada" sí ha estado arropada por la sociedad, especialmente por un renovado movimiento feminista que ya no está limitado por cuestiones ideológicas o de clase.

A nivel global, hay un punto de inflexión: el 16 de octubre de 2017. Ese día, la actriz Alyssa Milano, espoleada por el "caso Weinstein", invitó a sus seguidores en Twitter a romper el silencio contra el acoso usando el hashtag #MeToo. Era el inicio de un movimiento revolucionario que sacudió primero el mundo del espectáculo, y después el resto de ámbitos de la sociedad.

La onda expansiva también llegó a España, donde unos meses después, el 8 de marzo, se consumó la primera huelga feminista, con extraordinario seguimiento en todo el país. Las protestas por la sentencia del caso de "La Manada" ha sido, pues, el tercer gran hito del feminismo patrio en unos pocos meses.

Desde los colectivos de mujeres consideran clave para esta renovación del movimiento la irrupción de las nuevas generaciones, más formadas y sin la carga de los prejuicios y los miedos que les inculcaban en el pasado. "Las jóvenes vienen con menos miedo, eso es importante y se nota mucho. No arrastran la misma mochila que arrastramos las generaciones anteriores, no cargan con la culpa. La educación que han recibido es tan diferente que ellas ya no tienen miedo de hablar de su sexualidad, lo que supone un salto enorme. Y no es sólo eso: ya no tienen miedo en general. Las jóvenes nos están enseñando a vivir el feminismo", reflexiona la activista feminista Eva Irazu.

"El feminismo está removiendo las sensibilidades, las conciencias. Las jóvenes se dan cuenta de la situación en la que vivimos y tengo claro que el movimiento para hacia delante, que vamos a seguir en las calles y que no pararemos hasta que esto cambie", afirma Mariti Pereira, portavoz de la Federación de Asociaciones de Asistencia a Víctimas de Violencia Sexual y de Género (Famuvi).

Como en otros movimientos ciudadanos, las redes sociales son una herramienta clave para difundir los mensajes feministas y movilizar a los simpatizantes.

Ayer, en conexión con las protestas ciudadanas que se han reproducido por toda España, miles de mujeres comenzaron a relatar casos de acoso, abusos, agresiones e incluso violaciones, con el hashtag "#cuéntalo".

Pero en los colectivos feministas son conscientes de que todavía no se ha ganado nada, que esto es sólo un paso más en la lucha. La sentencia del caso de "La Manada", de hecho, las reafirma en sus convicciones. "La sociedad sigue siendo machista. Aunque intentemos que el feminismo lo atraviese todo, luego viene la realidad y nos da una hostia en la cara, como esta sentencia de 'La Manada'", señala Irazu, quien no obstante está convencida de que la igualdad llegará: "el feminismo es imparable, porque para pararlo habría que volver a meternos a todas en casita y tenernos ignorantes. Y eso es muy difícil".

El caso de Cheryl Araujo apenas se recordaría hoy en día de no ser porque cinco años después sirvió de base a la película "Acusados", con una emergente Jodie Foster interpretando a la joven. Pero dentro de 35 años, el caso de "La Manada" y la reacción de millones de personas ante la sentencia se recordarán, con película o sin ella.