Entre las anécdotas más impactantes que han vivido en el desierto, Verónica Alfonsín destaca:_"Lo más bonito es ver la cara de adultos, al corregirles la vista, se les dibuja una sonrisa. Pero en algunos casos, como el de una señora que tenía 8 dioptrías de miopía y 4 de astigmatismo (en la imagen), se dio cuenta de que estaba viendo tan bien, que se levantó para darnos las gracias, lloraba de alegría... y casi no pudimos graduarle el otro ojo ¡Solo habíamos corregido la visión de uno! Eres consciente de que le cambias la vida", destaca. Las mujeres adultas, en grupos y con burka, esperaban ser atendidas separadas de los grupos de hombres. "No podían tener tampoco contacto en el mismo banco de espera", destacan. "Allí te das cuenta de que hay que valorar de la vida lo importante", resume. En estas poblaciones apenas cuentan con recursos propios para atender necesidades básicas como el cuidado de la salud visual. Por tanto, para muchas personas era la primera vez que recibían un tratamiento para sus problemas visuales, de ahí que la acogida a los ópticos fuera tan especial.