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Consecuencias del escándalo de la venta de datos personales

Facebook pone en peligro su credibilidad

Una iniciativa internacional llama a eliminar las cuentas en esta red social -"No sabes hasta qué punto te puede perjudicar en el ámbito laboral", afirma un joven de Santiago

La sombra de una persona que huye de esta red social.

Parece que con Facebook empezó todo. Muchas veces, en el entorno digital, cuesta imaginarse que es posible quedarse al margen de esta red social que alcanzó los mayores índices de aceptación jamás pensados. Líder en todo el mundo, a excepción de China y Rusia, la herramienta creada por Mark Zuckerberg vale (y no solo monetariamente), lo que valen los datos de sus más de dos mil millones de usuarios en todo el mundo.

En los últimos tres años se han sucedido los escándalos por el uso de estos datos personales. El más reciente es la filtración la empresa Cambridge Analytica, que obtuvo de manera ilegal información sensible de más de 50 millones de usuarios de la red social. Esta compañía fue contratada por la campaña de Donald Trump para tratar de atraer a los votantes indecisos en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016 y se considera que también usó su influencia en la campaña por el referéndum del Brexit en Reino Unido.

A raíz de este escándalo, la iniciativa #DeleteFacebook crece y son muchos los que están abandonando esta red social. "Los datos personales no son un bien sino un valor", recordó esta semana Vera Jourová, comisaria de Justicia de la Comisión Europea. La cadena CNN asegura que Zuckerberg testificará ante el Congreso estadounidense sobre este último escándalo en las próximas semanas.

"No sabes hasta qué punto te pueden perjudicar las redes sociales en el ámbito laboral", destaca Andrés Ferro. Este joven compostelano eliminó su cuenta de Facebook hace dos años, cuando se inició el debate sobre la cesión de datos a terceros que hacen en la empresa. "Yo no sabía que podían no darte un trabajo por algo que ven en tu perfil y nunca había pensado que pudieran coger una foto que tengo colgada para hacerme daño", añade.

Este estudiante comprobó en los datos de uso de su teléfono móvil que dedicaba más de tres horas al día a consultar las redes sociales. "Me di cuenta de que las usaba demasiado. Además, la gente muestra en ellas una vida irreal. Por ejemplo, en el día del padre suben fotos con él y yo conozco a gente que puso la foto y ni lo llamó para felicitarlo. No lo entiendo", destaca Ferro.

"No creo en las redes sociales a nivel personal pero en ámbitos profesionales y artísticos me parece que son una herramienta básica", resalta el compostelano. En la misma línea se expresa J. C. Q., de Vilalba, que borró su cuenta de Facebook en 2011. "Entiendo que las condiciones de Facebook hablan de su rentabilidad económica y que para ello van a jugar con mis datos, pero no me preocupó en el sentido de que también le tengo que dar mis datos a Google y a otras plataformas a cambio de un servicio", explica.

"Dejé Facebook porque no me aportaba nada, creo que la forma de relacionarnos en las redes es infantil y tenía discusiones superfluas que no me interesaban. Con WhatsApp para relacionarme con mis amigos me llega", cuenta el de Vilalba. "En cambio para la plataforma cultural en la que trabajo me resulta muy útil porque la utilizo como agenda y me sirve para visibilizarla", agrega.

A Ana Otero, que estudia en París, le molestó la exigencia de inmediatez que le exigía la gente en Facebook. "Para los trabajos en grupo en la carrera se convirtió en una herramienta que se usaba de manera exagerada y llegué a tener problemas con compañeros a los que podía ver en clase pero que querían que les contestase por Facebook", relata.

"Me borré el perfil en febrero y no me ha pasado nada malo, la gente busca la forma de comunicarse conmigo, y no es tan complicado", asevera Otero.

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