Hubo un tiempo en que los preservativos eran "agua de Mondariz". Al menos, eso ocurría en el lenguaje cifrado que se escuchaba en una farmacia viguesa hace décadas. Cuando un cliente quería comprar preservativos, para evitar la vergüenza, decía "deme agua de Mondariz en botella". "Era como una contraseña", cuenta Begoña González, que el pasado lunes cumplió 56 años, 40 de ellos como auxiliar de farmacia en Vigo. Es una de las anécdotas de un mundo que ha cambiado radicalmente de cuatro décadas hacia acá. Pero una cosa continúa siendo cierta: en una botica sigue habiendo de todo.

Begoña comenzó a trabajar en la farmacia en 1978, con 16 años, primero en la de la calle Luis Taboada esquina Pablo Morillo, que después adquirió otra titular que siguió contando con ella. Hace 17 años se trasladó la farmacia a la Plaza de Compostela, también en el centro de la ciudad. Madre de dos hijos (Diego y Beatriz) y abuela de dos nietos (Diego y Carmen), Begoña cumplió el pasado lunes 56 años. Entró ganando unas 10.000 pesetas (60 euros) mensuales y recuerda que lo primero que despachó fue un chupete.

"Antes no había protectores de estómago ni anticoagulantes. La aspirina era número uno, y ahora es el ibuprofeno y el paracetamol", cuenta la auxiliar.

Los cambios en la farmacia no solo reflejan la evolución de la Medicina, sino también los cambios sociales. Lo que hoy se hace con total naturalidad, comprar una caja de preservativos, producía cierto reparo cuando comenzaron a venderse los anticonceptivos. Sobre todo, cuando los despachaba una mujer y los pedía un hombre. "Teníamos un cliente que rondaba la puerta, iba de lado a lado, y si estaba yo, no entraba -relata Begoña-. Yo me iba hacia atrás y entonces le atendía mi compañero".

No había ordenadores y se despachaba y se anotaba todo a mano, con lápiz y papel, incluso las fechas de caducidad de los medicamentos, que tenían que ser minuciosamente revisados y retirados de los estantes cuando caducaban.

Begoña González también ha sufrido robos, algo tristemente habitual en las farmacias, sobre todo en el Vigo de los 80 azotado por la lacra de la droga. "Nos atracaron tres veces -comenta-. Una vez nos pusieron unas navajas en el cuello y se llevaron dinero y alguna pastillita. Salimos corriendo detrás de ellos y ya no los alcanzamos".

Celebridades

Al estar cerca del teatro García Barbón (hoy Teatro Afundación), los actores y otras personalidades han sido clientes: es el caso de la actriz gallega Silvia Jato, el actor vigués Antonio Durán "Morris", el juez Baltasar Garzón -que acudió con sus guardaespaldas- y el gaiteiro vigués Carlos Núñez y su familia, vecinos de la zona.

No es que Begoña tenga ganas de jubilarse, pero confiesa, emocionada, que cuando llegue ese día, dentro de diez años, aprovechará para disfrutar con sus dos nietos. "Nunca fui a las cabalgatas de Reyes", lamenta. Y es que antes la conciliación laboral era casi imposible. Ella trabajaba todo el día y dejaba a sus hijos en la guardería hasta la noche, que era cuando los recogía. Su marido -lleva 36 años casada- también trabaja.

Las anécdotas de Begoña González demuestran que en la botica hay de todo y pasa de todo. Como en la vida misma. Mañana será otro día cualquiera. O no.