Los 84 años de tesón de Hermenegilda Trinitaria Cebrián Anaya, más conocida como Trini, se empeñaron en acallar los prejuicios de la sociedad y demostrar que sí es capaz, que la edad es sólo un número si uno quiere. Nació en la localidad valenciana de Alginet, pero vivió durante un largo tiempo en Suiza. El suficiente para terminar volviendo a su localidad natal, donde actualmente reside. Su vivienda está ubicada en una urbanización apartada del casco urbano y la muerte de su marido propició que para desplazarse siempre tuviera que pedir ayuda a terceros.

No tener permiso de conducción suponía marchitarse en casa o gastar la pensión en taxis para ir a comprar o visitar a sus amigas. No lo pensó. Su nuevo reto pasó a ser única y exclusivamente sacarse el carnet AM Limitado, con el que se pueden pilotar vehículos de 49 centímetros cúbicos. «Yo tengo un espejo en la habitación y cuando me miro, no me creo que tenga 84 años. No tengo ningún secreto. Vivo el hoy. Ayer ya pasó y mañana ya vendrá. Simplemente me baso en esa filosofía de vida», explicó Trini.

Ante la sorpresa que generó su presencia la primera vez que pisó la Autoescuela Alginet, esbozó una sonrisa de medio lado y respondió con la humildad que la caracteriza. Su aparición enmudeció la sala, pero ella tenía claro que quería ponerse al volante. Para lograrlo contó con el apoyo «mayúsculo» de José Vicente Roig, su profesor de autoescuela, con el que ha entablado una relación de amistad desde entonces. El resultado destrozó todos los tópicos. Tanto el examen teórico como el práctico lo aprobó a la primera y con cero fallos. Nada que decir de la prueba médica, donde su energía se impuso a la fecha de su nacimiento. «Compartía clase con los jóvenes pero yo me sentía una más. Las prácticas fueron maravillosas. La verdad es que no me costó mucho aprender», aseguró.

En la misma línea se mostró el propietario de la autoescuela. «Es una mujer fantástica. Nunca se me había presentado un caso así. Los propios miembros de la DGT, después de las pruebas, continuaron interesándose por su situación. Ha sido una bonita experiencia», afirmó Roig.

Hoy es una conductora más, que con sus 84 primaveras todavía está radiante. Poco a poco va ganando confianza y con el tiempo, va camino de convertirse en una de las más veteranos a los mandos de un coche. «Cuando circulo siempre voy pensando en las lecciones que me ha dado José Vicente. Las llevo en el cerebro. Hay que conducir bien por la derecha, sin cruzar la línea central y Voy muy tranquila», asevera.

Premio a su capacidad

Su proeza no ha pasado desapercibida para nadie y por ello, desde el Ayuntamiento de Alginet, en colaboración con la Concejalía de Sanidad, Centro de Día y Área del Mayor, le prepararon un homenaje público ayer, en el que se le pudo ver visiblemente emocionada. «Sus ganas de aprender son un ejemplo para todos los vecinos y vecinas, aunque para ella sea algo natural», declaró la edil Ana Gómez.

Una historia que acaba con las excusas que el ser humano tiende a buscar para no afrontar nuevos retos por desidia o miedo al fracaso. Su vitalidad vale oro y no hay receta alguna. La clave: no caer en la atonía. «La próxima vez que una persona se sienta vieja para hacer algo, se tiene que hacer la siguiente pregunta: ¿Existen personas de mi edad que han podido hacer lo que yo deseo? ¡Claro que sí!, entonces tú también puedes», afirmó una Hermenegilda que vive ajena a las miradas de asombro que se posan sobre ella por su gran capacidad para emprender a su avanzada edad. «Tengo una amiga que a sus 90 años saltó en paracaídas. No creo que lo haga, pero si se presenta ¿por qué no hacerlo?», sentenció.

Apta para utilizar las nuevas tecnologías

Hermenegilda Trinitaria Cebrián Anaya parece haberse equivocado de fecha. Su «juventud», además de hacerle conductora, le ha llevado a dominar el uso de las nuevas tecnologías. Gracias a Internet, en un reciente viaje a Suiza para visitar a su familia, pudo estudiarse la teoría del examen del coche. Ella misma se define como una internauta. «Mi hija me regaló un ordenador cuando tenía 80 años. Me avisaron de que enganchaba y es cierto que me ha pasado. Además, también entro con los móviles tan modernos que hay ahora. Yo tengo uno de esos de la manzana que son tan famosos», describe.

Su adaptación al siglo XXI ha superado fronteras. «Una no se puede quedar atrás. Ahora yo tengo un coche, pero si mi mentalidad todavía estuviera en otra época, me hubiera comprado un burro. Hay que vivir el presente», finalizó.