"La ilusión es una herramienta para el crecimiento personal". Así lo aseguró ayer la psicóloga clínica Lecina Fernández durante la primera presentación de su libro, "Ilusión positiva. Una herramienta casi mágica para construir tu vida" (editorial Desclée De Brouwer), que se celebró ayer en el Club FARO y que estuvo presentada por María Ferreiro, psicóloga y directora del Instituto de Tratamiento de la Conducta de Vigo. Y aunque el título pueda parecer redundante, tiene su cuestión de ser. "El concepto ilusión existe en todos los idiomas, incluido el nuestro, como una alteración de la percepción de la realidad, con el engaño, e incluso el autoengaño, pero solo en español tiene un sentido positivo", explicó la conferenciante, fundadora y responsable del Laboratorio de la Ilusión, encargado de investigar, formar y divulgar la ilusión positiva.

Según la psicóloga valenciana, el hecho de que esta acepción positiva solo exista en español ha hecho que la ilusión no se estudie en Psicología, ya que los principales autores de esta ciencia son alemanes y británicos, para quienes la ilusión positiva no existe. Para encontrar una referencia a la ilusión positiva hay que recurrir a un breve tratado del filósofo Julián Marías, que la aborda desde el sentido filosófico. Por lo tanto, el de Fernández sería el primer libro que trata este aspecto desde el prisma de la Psicología.

Pero, ¿qué es realmente la ilusión? Esta misma pregunta se la formuló Fernández después de que este concepto saliese insistentemente en las sesiones con sus pacientes como un medidor de su estado de ánimo. Y para contestarla comenzó una investigación que culminó en un estudio nacional sobre la ilusión publicado por el Colegio de Psicología de Madrid y en el que colaboró la Fundación ONCE, en el que se cuantificó el grado ilusionante de los españoles.

"La ilusión tiene un significado diferente para cada persona, pero ninguna rechaza ninguno de los que da el resto. La ilusión es un concepto de gran dimensión. Es una luz que nos ilumina, la capacidad de imaginar un proyecto personal y de actuar hasta hacerlo realidad, es el deseo de conseguir algo", afirmó Fernández, que añadió que no se trata de un sentimiento, sino un conjunto y sucesión de actos: creer en los sueños, imaginarlos, hacer realidad lo imaginado, tener esperanza en lograrlos y además, con ganas y alegría en el camino.

En "Ilusión positiva. Una herramienta casi mágica para construir tu vida", un libro que se encuentra a caballo entre la reflexión y la práctica, la especialista explica además cómo se construye, cuáles son sus elementos, cómo se fomenta y también cómo se pierde. "La ilusión positiva la tenemos solo en nuestra cultura. Y es algo aprendido y que todos hemos vivido alguna vez. Además, se contagia. Sin embargo, como el baile, de poco sirve aprender los pasos si luego no nos atrevemos a salir a la pista", afirmó. Y es que el miedo y la vergüenza son dos factores que en numerosas ocasiones hacen que la gente no se atreva a ilusionarse.

Por ello, la experta animó al público que ayer llenó en Auditorio Municipal do Areal a jugar con la ilusión, a ponerla en práctica. Para facilitar esto, Fernández aportó algunos de los elementos con los que se construye, como las ganas, la esperanza, las personas, la alegría, la capacidad de imaginar qué se quiere, fuerza y perseverancia y lo cotidiano.

"Esto último me parece muy importante porque lograr las cosas del día a día, esas pequeñas cosas cotidianas están al alcance de todos", explicó la ponente, que también destacó la fuerza. "Cuando tenemos ilusión por algo, tenemos una fuerza distinta, que nos hace perseverar hasta conseguir lo que queramos, aunque nos digan que es difícil e incluso imposible", añadió.

En su opinión, la ilusión debería promocionarse en todos los ámbitos, porque "mejora las relaciones personales" y, además, hace que la persona sea más activa.

La ilusión tiene también un componente de incertidumbre que, sin embargo, no impide alcanzar la meta. Y si no se tienen las habilidades necesarias, el individuo se esfuerza en aprenderlas. "La ilusión conlleva también esperanza, porque es esperar a que algo suceda. Esto es muy importante porque vivimos en un momento en que no esperamos porque lo tenemos todo. La esperanza tiene que ver con el deseo, y a los niños, por ejemplo, se les está negando esta fase del deseo porque tienen las cosas antes incluso de que las deseen", manifestó.