Estornuden y no se aguanten las ganas. Como mucho, pónganse un pañuelo delante por cuestión de educación, pero ante la duda dejen que el aire fluya porque, aunque parezca que no, interrumpir un estornudo puede ser muy peligroso. Y no, no nos referimos a los virus que pueden dispersarse con el achís, es que un hombre de 34 años del Reino Unido acabó con una perforación de la faringe por intentar interrumpir el estornudo. Un caso extraño que acaba de publicarse en el "British Medical Journal".

Cuando estornudamos nuestro cuerpo libera agentes irritantes y microbios a una velocidad media de 150 kilómetros por hora y a distancias de hasta ocho metros. El paciente británico no ha sido el primero que ha terminado con lesiones tras intentar reprimirse un estornudo. Romperse una costilla, desgarrarse una aorta o ver un implante dental salir volando por la nariz son otros de los casos que han terminado en el hospital. Y es que, aunque en principio se pensaba que aguantarse el estornudo provocaba sólo lesiones leves que no necesitaban de tratamientos o cirugías y que se curaban por sí solas, este caso ha hecho saltar las alarmas.

Explica el otorrino asturiano Miguel Maldonado que el caso del chico británico no deja de ser "algo excepcional, y por eso se publica en esta revista, que, precisamente, suele hacerse eco de casos médicos extraños o fuera de lo común. Pero lo raro puede pasar, y está bien estar informados". Asegura Maldonado que él no conoce ningún caso por el que por un estornudo haya habido que lamentar consecuencias graves: "Ni lo he vivido yo, ni tampoco mis colegas".

De todas formas, el otorrino explica que cuando estornudamos liberamos una fuerza y una presión muy fuertes. "Es como cuando estás aguantando una caja que pesa mucho. Por eso lo ideal es siempre dejar que el estornudo salga. Hay que estornudar con la boca abierta y poner delante la mano o un pañuelo para evitar que los microbios salgan", apunta el médico.

Si el paciente inglés hubiese seguido los consejos del doctor asturiano nada de esto habría pasado. En el estudio publicado por el "British Medical Journal", el lesionado reconoce que sintió un estallido y una especie de "reventón" en la garganta y que de repente no podía tragar y que además su voz era ronca. Fue una tomografía lo que verificó que había bolsas de aire en su cuello, en la zona de la traquea y de la laringe.

El joven tuvo que ser tratado por el servicio de Maxilofacial del Hospital Universitario de Leicester, donde la doctora Wanding Yang determinó que se le había desgarrado la faringe tras bloquearse las vías aéreas al estornudar. Esta lesión puede ser la consecuencia de un trauma violento provocado por tos intensa, vómito o náuseas, pero es la primera vez que se constata su presencia como el efecto secundario de un estornudo que se intenta bloquear.

Cuando el paciente llegó al hospital su situación era grave y tenía riesgo de contraer una infección en el cuello y en el tórax. Para su recuperación tuvo que administrársele antibiótico y sólo pudo ser alimentado a través de una sonda nasogástrica.

Los médicos reconocen que es muy complejo diagnosticar un caso así derivado de un estornudo que se intenta cortar, y por eso, tal y como dice Miguel Maldonado, como todo lo raro también puede pasar, lo mejor es dejar que el aire fluya de nuestros adentros. Poner la mano delante para no molestar al contrario y luego decir "salud" o "santinos", pero sobrevivir al estornudo.