Kafka tiene mucho que ver en la decisión de que J. Benito Fernández se dedicase a escribir. Realmente, la tiene toda. Él mismo lo explicaba ayer en CLUB FARO: "En la adolescencia, leí un libro que se titulaba Carta al padre de Franz Kafka y es el responsable de que haya llegado a donde estoy. La literatura es Kafka". Para este autor, la literatura del yo (memorias, biografías...) es un género mayor en el que ha buscado su lugar buscando materia en expediciones "difíciles". "Me interesan los personajes heterodoxos, malditos, raros", confesó ayer.

"Para contar la vida de un oficinista, contaría la mía que es más aburrida que la leche", bromeó para, después, puntualizar que Ferlosio es un "rarito". No obstante, la extravagancia, excentricidad o el ser bizarro no es lo único que le importa a la hora de elegir un personaje para biografiar. "Hay que tener cierto enamoramiento con el personaje que vas a tratar. No puedo perder tres años con alguien que deteste. Para que una biografía sea seria, se necesita un mínimo de tres años de trabajo", reflexionó una persona a la que no le gusta el "morbo".

"El biográfo siempre sabe más de lo que publica. Hay que callar cosas por respeto al personaje. Hay que ser medido", añadió para opinar sobre el lugar que ocupa la biografía en las letras españolas: "Es un género nada valorado en España. No hay mas biógrafos en este país porque requiere mucho tiempo" y porque no supone un éxito editorial. En su caso, su bestseller ha sido Vida y leyenda de Leopoldo María Panero, del que ha vendido 8.000 ejemplares, lo que para él es un éxito ya que se trata de un autor "marginal" del que no guarda buen recuerdo. "Nunca sabías hasta donde llegaba la verdad de lo que decía. Era agotador. Me llamaba 'maravillas'.Llegué a coger antipatía al personaje. ¿Por qué perderé el tiempo con este impertinente?, llegué a preguntarme".