Una de las estrellas mundiales de la ciencia de este año que termina es una niña estadounidense de 12 años llamada Emily Whitehead, que padeció leucemia linfoblástica aguda. Ha sido elegida por la revista "Nature" para figurar entre los diez personajes de 2017 porque es la prueba viviente de la efectividad un nuevo tipo de terapia genética revolucionaria contra el cáncer. Sin su exitoso caso, los oncólogos que la trataron aseguran que el desarrollo de este tipo de fármacos habría sido abandonado.

Sin embargo, el pasado julio la terapia recibió el aval de la FDA, la agencia del medicamento estadounidense. El día en que los expertos tenían que decidir si daban de paso la terapia denominada CAR-T -en la cual las células inmunes del paciente son reprogramadas genéticamente para reconocer y atacar a las células cancerosas, de tal manera que el propio organismo lucha contra el cáncer- Emily se levantó y se acercó al atril donde, en ese momento, su padre Tom intervenía. Lo cogió del brazo. No dijo nada. Los expertos, emocionados, votaron a favor de esta cura, la primera de su tipo, para niños y adultos jóvenes con leucemia linfoblástica aguda.

La leucemia linfoblástica, o linfocítica, es un tipo de cáncer por el que la médula ósea produce demasiados linfocitos inmaduros (un tipo de glóbulo blanco) que no son capaces de combatir las infecciones. Es el cáncer infantil más común en EE UU, supone aproximadamente el 25% de los diagnósticos de cáncer entre niños menores de 15 años en EEUU. Ella misma cuenta así su historia: "El viernes 28 de mayo de 2010, apenas unas semanas después de mi quinto cumpleaños, me diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda (LLA). Se suponía que debía recibir tratamientos de quimioterapia durante 26 meses y los médicos dijeron que tenía un 85%-90% de posibilidades de curarse; sin embargo, el 6 de octubre de 2011 descubrí que había recaído y luego me dijeron que solo tenía un 30% de probabilidades de curarme. Recibí quimioterapia agresiva hasta enero de 2012 y estaba programada para un trasplante de médula ósea en febrero de 2012; sin embargo, el 4 de febrero de 2012, justo dos semanas antes del trasplante, volví a tener una recaída. Los médicos intentaron más quimioterapia durante febrero y marzo, pero no la hicieron remitir. En ese momento, dijeron que no iba a mejorar con la quimioterapia. En abril de 2012, me inscribieron en un ensayo clínico de fase I en el Children's Hospital of Philadelphia (CHOP). Fue muy experimental, pero mi mamá y mi papá sabían que teníamos que probar algo diferente para tratar mi cáncer. Fui el primer paciente pediátrico en el mundo que recibió células T genéticamente modificadas para ayudar a combatir mi leucemia. Luché muy duro y lo logré porque mi increíble equipo médico trabajó todo el día para descubrir por qué me enfermé y cómo mejorarme. ¡En mayo de 2012 descubrí que las nuevas células funcionaban y que estaba en remisión! Llegué a casa del hospital el 1 de junio de 2012".