"Oímos hablar de niños de su existencia a nuestros padres, que siempre nos decían que un día habría que buscarlo seriamente por la biblioteca", explica todavía emocionado Antón Beiras Cal, uno de los cuatro hijos de la educadora Antía Cal y el oftalmólogo Antón Beiras que no acaba de creerse el "precioso tesoro" que apareció la pasada primavera dentro de una caja de zapatos. "Se perdió pero no importó pues no fuera escrito para ser publicado. Ya aparecería, pensarían mis padres, cuando creciésemos y tuviésemos edad de comprenderlo y gozarlo", indica el segundo de los hijos de la pareja en el prólogo.

El libro "A arte e a súa historia" fue escrito en castellano por la fundadora de la Escuela Rosalía de Castro y reescrito posteriormente en galego prenormativo por su marido. Se trata de una joya bibliográfica en la que sus autores reflejan su amor por el arte, la historia y Galicia, que siempre está presente. El objetivo inicial era trasladar esa pasión a sus hijos, que nunca llegaron a leer el trabajo porque éste se perdió durante una mudanza. La pasada primavera fue encontrado por Miguel Piñeiro, yerno de la pareja que clasificó, archivó y digitalizó los incontables libros, muchos "casi incunables" y los archivos y documentos de la extensa biblioteca familiar. "Es una librería bastante potente. Mis padres adquirían todo cuanto se publicaba en galego, lo poco que se hacía por aquel entonces, y fue creciendo, y esa es la razón de que no lo encontrásemos antes, guardaban tanto y tan bien que al final se traspapelaban cosas", indica Beiras Cal, que añade que tras esa "actualización" de la biblioteca aparecieron otras joyas como cintas magnetofónicas con cable de hierro entre las que se encuentra un discurso de 57 minutos pronunciado por Otero Pedrayo en la inauguración de la primera exposición del pintor Manuel Colmeiro, en 1952, y que ha sido enviado a Madrid para su digitalización.

"No me desmayé de milagro"

"Mi yerno me dijo un día que iba a poner orden en la biblioteca, que estaba muy desordenada, con libros por todas partes, y él tuvo la paciencia de organizarla y fue cuando encontró la caja de zapatos pero en lugar de enseñármela a mí se lo dijo a mis hijos y luego a mí, no me desmayé de casualidad, era un milagro", rememora Antía Cal, que a sus 94 años recuerda que sus primeros estudios fueron los de comercio y que fue ahí donde aprendió mecanografía. "Cuando lo vi me di cuenta de que aquello era mío, mi texto mecanografiado y mi letra en los apuntes y me puse a leerlo y fue muy bonito porque yo lo escribía cuando acostaba a los niños y Antón se ponía a mi lado a hacer el vigoscopio. Estábamos los dos juntos trabajando, cada uno en lo suyo pero a veces él me decía que aumentase aquello o lo otro y trabajar en aquello, juntos, fue un amor, algo precioso", subraya Antía Cal, que recuerda con inmenso cariño al que fue su compañero. "Era muy buena persona, positivo de la mañana a la noche, siempre dispuesto a arreglar el entuerto, un compañero que no olvidaré. Qué pena que muriese pero hacer 'lembranza" de mi vida es una medicina", relata la pedagoga de Antón Beiras, fallecido en 1968. Su intención al escribir aquel relato era transmitir a sus cuatro hijos su pasión por el arte y la historia, algo que cree haber conseguido. "Estoy muy contenta de los cuatro", concluye.

"El libro está escrito en la negrura de la noche -la Galicia de la dictadura- pero, asombrosamente, con amor y cariño infinito", subraya el abogado y economista Beiras Cal al respecto de que además la obra fue mecanografiada por su madre cuando ellos, sus cuatro hijos, se quedaban dormidos, acompañada por su padre. "Él era un galeguista furibundo y cuando ve el libro que nos está escribiendo mi madre le hace ver su importancia y que hay que editarlo en gallego, de hecho hay diferencias muy importantes entre uno y otro porque la versión gallega es más cuidada que la original. Es una maravilla que además tiene las imágenes pegadas en las páginas", explica Beiras Cal, que recuerda con orgullo que, en plena dictadura franquista, él y sus tres hermanos "éramos los únicos señoritos de Vigo que hablábamos en gallego".