"Es importante que miremos más a lo que hace la ciencia; y que los políticos dejen de usar la lengua como arma arrojadiza, sea del color que sea; que se calmen un poquito". Este fue el alegato final del científico Albert Costa ayer en CLUB FARO al término de la conferencia "El cerebro bilingüe".

En ella, donde fue presentado por la profesora de la Universidade de Santiago Isabel Fraga, Costa aprovechó para informar a los asistentes sobre cómo funciona el cerebro de una persona que domina al menos dos idiomas. También ofreció diversas claves que recoge en su último libro, "El cerebro bilingüe. La neurociencia del lenguaje", editado por Debate.

En su intervención, Costa -profesor de investigación del Centro Cerebro y Cognición de la Universidad Pompeu Fabra- recalcó, aportando resultados de diferentes investigaciones, que "el bilingüismo es una ventana para estudiar otras cosas" y que llega a influir en la toma de decisiones. Al respecto, añadió que "somos mucho más endebles volubles de lo que nos parece y el contexto lingüístico nos puede afectar".

Este psicólogo investigador añadió que "ser bilingüe no te va a proteger de la demencia pero sí (...) puede contribuir para tener un cerebro más resistente" a esta dolencia u otras afines. No obstante, matizó que los estudios que señalan este tipo de conclusiones hay que entenderlos "con precaución".

Albert Costa también se refirió a cuáles serían las edades idóneas para ir introduciendo a los niños en el aprendizaje de otros idiomas. Sobre este punto, señaló que los tres dominios del lenguaje tienen un momento en el que los individuos son más sensibles. Por ejemplo, aprender nuevas palabras queda abierto toda la vida. Sin embargo, a la hora de aprender sonidos diferentes a los de nuestra lengua, la etapa más sensible es la comprendida entre el nacimiento y los dos años. Para el tercer dominio, el de la gramática, la mejor edad sería la pubertad. Aclaró que esta división "tiene que ver con estructuras cerebrales en juego y que maduran en diferentes momentos".

Costa añadió que "mucha gente -incluso con formación universitaria- da el lenguaje por supuesto, no le dan importancia". Como ejemplo clásico del poder del lenguaje, recordó que en la Antigüedad el mero hecho de no poder decir un sonido significaba que era de otro grupo, otra tribu, lo que podía acabar con la muerte del individuo, según se recoge en textos como la Biblia. En la actualidad, en la sociedad contemporánena, también se establece una categorización según la expresión. "Cuando alguien habla, sabemos de dónde viene, su nivel educativo?", apuntó.

Para él, el ejemplo anterior nos introduce en el bilingüismo. Agregó que "la experiencia bilingüe es antigua" y que buena prueba es la Piedra Rosetta, en la que aparecían tres lenguas y que fue clave para ayudar a entender parte del lenguaje de los jeroglíficos.

En el Estado Español, recordó que el primer rastro del castellano son las Glosas Emilianenses, del siglo X, donde también se incluyen anotaciones en latín y en romance hispánico así como euskera.

Albert Costa explicó que el bilingüismo es un asunto que cada vez atrae más la tención. Como prueba, señaló que el número de artículos científicos sobre este tema ha ido en constante incremento en los últimos años.

Sobre su libro, señaló que ha intentado repasar y dar respuesta a ciertas cuestiones. Dividido en cinco capítulos, el primero habla de las Cunas bilingües, cuando los bebés están expuestos a dos lenguas y qué retos tienen que llevar a cabo para aprenderlas. En el segundo episodio, trata sobre los cerebros bilingües y hasta qué punto las neuronas inmersas en la decodificación de uno u otro idioma comparten circuitos neuronales.

En el tercer apartado, recoge las consecuencias del uso de dos lenguas, entre ellas, el acabar alterando la estructura cerebral en los bilingües. Como cuarto capítulo, incluyó el hablar del bilingüismo como gimnasia mental que tiene que ver con el desarrollo de capacidades que no tienen que ver con el lenguaje. El quinto trata de cómo los humanos tomamos decisiones y cómo el contexto puede afectar al tipo de decisiones que tomamos.