Menos vehículos, pero también la proximidad del océano Atlántico, son los factores "clave" para que Galicia esquive episodios de contaminación atmosférica como los que afectan a Madrid y Valladolid, que están restringiendo la circulación y el estacionamiento para reducir las emisiones. En un escenario de anticiclón prolongado, en el que las lluvias y el viento de los últimos días se han vuelto noticia en pleno otoño y en una comunidad como la gallega, el Atlántico juega un papel determinante en la calidad del aire de esta comunidad, según expertos consultados por Europa Press.

El profesor de ingeniería química José Antonio Souto, de la Universidade de Santiago, explica que "en condiciones muy estables" como las que viene registrando toda la península, incluido el noroeste, "los contaminantes no se mezclan", de modo que las concentraciones de partículas son mayores. Pero, en Galicia, la circulación de aire procedente del Atlántico "renueva y permite que se limpie la atmósfera".

La subdirectora de investigación de Meteogalicia, María Luz Macho, destaca igualmente que la comunidad gallega goza de "muy buena ventilación" por la proximidad del océano, de ahí que la sequía no haya repercutido en la calidad del aire "tanto como podía pensarse".

Ambos especialistas llaman la atención sobre que los niveles de calidad del aire gallego ofrecen "margen" para resistir un empeoramiento que, en cualquier caso, no se está notando de forma significativa, según apuntan, con base en los datos suministrados por la red de medición de la Xunta.

Hablando de meteorología, y dejando a un lado el volumen de coches e industrias contaminantes, el profesor Souto resalta que "la gran desconocida" en la configuración de la calidad del aire es la estabilidad atmosférica.

Y es que es la proximidad del océano la que aporta a las capas altas de la atmósfera gallega la inestabilidad necesaria para que las partículas contaminantes se mezclen y se diluyan, de modo que el aire que respiran los gallegos elude concentraciones de polución más habituales en los entornos de grandes urbes como Madrid.

La "boina" de Madrid

En la capital madrileña, indica Souto, "la tormenta perfecta" compuesta por un elevado tráfico rodado y mucha estabilidad atmosférica en altura (al situarse en el centro peninsular) genera lo que vulgarmente se conoce como "la boina" sobre la ciudad, una capa marrón que se debe a los óxidos de nitrógeno que emiten los vehículos.

Además del menor número de automóviles que circulan por las localidades gallegas con más tráfico y atascos, como Vigo, A Coruña, y hasta Santiago en horas punta, la diferencia en la comunidad gallega reside en esa inestabilidad en altura, incluso en periodos como el actual, con prolongadas sequías y "ciertas condiciones estables".

En Galicia, los días de cielos claros, sin nubes, "tampoco se dan condiciones de estabilidad muy fuertes" en altura, señala Souto, haciendo referencia al "aire renovado" o a la "brisa marina" que llega del Atlántico, y que afecta no solo a la costa, sino también al interior gallego.

Así las cosas, ni los óxidos de nitrógeno (procedentes de los coches), ni el dióxido de azufre (a día de hoy es residual el uso de combustibles con este elemento), ni el ozono (provocado por reacciones químicas para las que es requisito indispensable el calor) suponen una preocupación para el aire que respiran los gallegos, según señala.

Aunque admite que "las condiciones no son las ideales", puesto que escasea la lluvia, que "obviamente lava la atmósfera" y "liquida cualquier problema de contaminación atmosférica", Souto subraya que la situación tampoco es "para nada" preocupante.

De hecho, sostiene que "solo se pueden observar picos" no relacionados con la industria, sino con las aglomeraciones de vehículos, en ciudades como Vigo y A Coruña. Y se está en valores "muy inferiores" a los máximos permitidos.

Descarta también que una mayor producción de energía a partir de carbón por la escasez de precipitaciones (para centrales hidráulicas) y viento (eólicos) vaya a afectar a la calidad del aire en Galicia. Las plantas de Meirama y As Pontes (A Coruña), como el conjunto de las centrales térmicas, "tienen unos límites muy estrictos" y en un futuro próximo "van a bajar más todavía", afirma.

En este contexto, existe "margen", según estos expertos, para que, si las condiciones de la sequía se prolongan o agravan, el nivel de calidad del aire en Galicia continúe siendo apropiado. Esto es así puesto que "un día es suficiente para mezclar y diluir" las partículas contaminantes que más preocupan, que son las derivadas de los automóviles (los óxidos de nitrógeno). El pasado 15 de octubre saltó la alerta de la Xunta por contaminación por los incendios que asolaron media Galicia, pero esto no es "en absoluto lo habitual", según subraya María Luz Macho.