El escritor Álex Rovira presentó ayer en el Club FARO su último ensayo, "Alegría" (Zenith), ante un público que abarrotó el salón de actos del Auditorio del Areal. "Qué alegría, y lo digo de corazón, poder estar en esta tierra tan gravemente herida, es un honor estar aquí con la gente que apaga los fuegos y que recoge chapapote", aseveró el también empresario, que no quiso pasar por alto el drama de los recientes incendios pero hizo hincapié en que "hay que reivindicar la alegría, no es algo banal, es un ejercicio de coraje poner sobre la mesa esas emociones".

Rovira, que fue presentado por la delegada en Galicia de la Fundación Creativación, Elba Pedrosa, remarcó que "la alegría es una emoción pero también un sentimiento y un estado de ánimo". Al respecto, remarcó que la diferencia depende de la intensidad, la duración y el nivel de consciencia de dicha alegría, a la que sumó un cuarto estado, asegurando que "es nuestra naturaleza esencial".

En lenguaje coloquial y cercano, utilizando en muchas ocasiones anécdotas personales, el escritor disertó sobre la importancia de recuperar la dicha "que sienten los niños cuando todavía no los hemos estropeado con falsas creencias y frustraciones". "Son pura vivacidad, pura alegría sin objeto, se contagia", aseveró el empresario, que también señaló que hay personas mayores que también la disfrutan tras "aparcar el ego, lo mental, las cargas, vanidades, cuitas y narcisismos". "La alegría es la esperanza del presente, normalmente en el pasado está la frustración y en el futuro está la angustia", resumió.

Rovira, que destacó que el libro, escrito junto a su buen amigo Francesc Miralles, profundiza en la alegría con "mucha chicha aunque no se ve que haya mucha chicha", hizo también referencia a la diferencia entre las alegrías pasivas, que equiparó a las pasiones, y las activas. A estas últimas no siempre las acompañan las pasiones, subrayó, pero "son las que impulsan la alegría de vivir con un abanico extraordinario de emociones: júbilo, gozo, entusiasmo, congratulación, dicha, alborozo, regocijo, placer o deleitación".

"La alegría tiene una pureza que va más allá del placer, hay alegría sin objeto y lo que defendemos en el libro es que crear las circunstancias para la alegría consiste en detenerse y contemplar el mar, oler el pan, escuchar música que nos emociona, leer ese poema que nos conmueve y también acompañarse de la presencia del ser amado cuando está triste", dijo. De hecho, recalcó que incluso en los momentos de duelo es la tristeza la que permite dar valor a la alegría, con el abrazo de un ser querido que ha perdido a alguien pero que comparte su tristeza y al mismo tiempo se siente alegre por recibir ese consuelo.

Por ello, "la alegría si no se comparte no es alegría", definió. Así, también está en el amor, en "la voluntad de comprender la singularidad del otro y sus circunstancias" ya que, además, "amar es cuidar y quien cuida siente alegría cuando ama, y quien se siente cuidado no digamos", manifestó.

Ante una tarea que tal vez muchas personas consideren muy complicada, la de "destapar la alegría", Rovira citó la obra de Frankl, "El hombre en busca de sentido" que rememora sus vivencias personales en un campo de concentración. "Nos lo pueden quitar todo salvo la capacidad de decidir nuestra actitud ante lo que nos ocurre", resumió el escritor, que también citó una de las célebres frases de Nietzsche de que "quien tiene un por qué vivir encontrará casi siempre un cómo".

La intervención de Rovira en el Club FARO también profundizó en que "con dolor moral, físico o emocional no puede haber alegría y por ello debemos ser creadores de circunstancias", reiteró al respecto de la alegría activa que se consigue con gestos solidarios, de voluntariado o de simple empatía. "Transformar la realidad, de una manera u otra, para que otros vivan mejor", aseguró el escritor como una de las recetas de la alegría, que diferenció de la felicidad, algo que consideró que "se enmarca más en un contexto" mientras que la primera "no se piensa, se siente, es desnuda y no admite impostaciones". "Decía Francesc (Miralles) que el muro de la felicidad se construye con los ladrillos de la alegría y Pearl S. Buck, Premio Nobel de Literatura en 1938, dijo aquello de que "No te pierdas las pequeñas alegrías de la vida mientras esperas la felicidad, una frase que está en la portada del libro", afirmó Rovira. En base a esas premisas, el ensayo de "Alegría" incluye treinta cartas a "un amigo que está triste que no desvelaremos quién es" y finalmente "hace una invitación a la alegría".