En A Lanzada, con el sonido del mar a pocos metros, se localiza un yacimiento arqueológico con una necrópolis (cementerio) de casi 2.000 años de antigüedad. En ella, se han encontrado los restos de 14 niños datados en el siglo I después de Cristo y el V d.C.. De estos, 13 estaban emplazados en el mismo espacio. El equipo de antropología de la excavación, financiada por la Diputación de Pontevedra, espera tener alguna respuesta a final de año sobre la causa de la muerte y su extraña ubicación.
"Esperamos incluso ponerles cara mediante la reconstrucción facial al estilo CSI", apunta el arqueólogo Rafael Rodríguez, quien detalla que los pequeños son menores de un año. "Parece que la muerte fue próxima al nacimiento o pueden ser resultado de abortos", añade. Rodríguez reconoce que "nos extrañó que no apareciese ningún tipo de ajuar. Por la cronología, debían venir acompañados de alguno", como monedas para pagar al barquero Caronte o utensilios para comer y vieiras, señala.
"Es posible -prosigue- que fuese el área destinada a los enterramientos infantiles como en los cementerios tradicionales del rural. Puede ser que fuese un lugar alejado en el que poner esos individuos que nacían muertos o morían al poco de nacer. Igual también tiene que ver con el establecimiento del ejército, porque junto a los campamentos romanos aparecían enterramientos de grupos de prostitutas que iban con las legiones".
En la necrópolis, también han aparecido tres adultos, seguramente primeros cristianos, de 18, 25 y 65 años de edad, sepultados en cajas sin ajuar y orientados igual que los muertos en el cristianismo primitivo, con la cabeza hacia el este y los pies hacia el oeste.
Por otra parte, en San Cibrao de Las, Ourense, se ha encontrado este año un trisquel pintado y situado en la jamba de una ventana, el primero en Galicia, según la arqueóloga Yolanda Álvarez. Se trata de un símbolo de origen 'celta' formado por tres espirales unidas. "Hasta ahora se habían visto esculpidos en la piedra pero ninguno pintado", apunta Álvarez.
En Las, también ha aparecido este año otro cabezón, cabeza de guerrero, escultura que estaba insertada en el muro de una vivienda sobre la que podía ejercer la función de talismán, según los arqueólogos de la excavación financiada por la Consellería de Cultura.
