Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Consultor y formador profesional

Jaime Noguera Tejedor: "La única forma adecuada de dirigir personas es no creyéndote superior"

El lunes presenta en Vigo su guía para directivos "Solo hace falta ser humilde"

Jaime Noguera Tejedor. // FdV

A través de 22 reflexiones, una por cada día laborable que tiene el mes, Jaime Noguera Tejedor, consultor y formador, da las claves "para afrontar el día a día en cualquier organización con responsabilidades como ejecutivo o directivo cristiano". El especialista condensa su experiencia de veinte años en "Sólo hace falta ser humilde. Guía con 22 sugerencias para el mundo del trabajo y para la convivencia social" (Editorial Schedas), un librito de 69 páginas en el que también deja ver su pasión por la literatura, con citas de escritores como Calderón de la Barca y Gloria Fuertes, y su condición de diácono, con salmos y el propio concepto del servicio a los demás que para él tiene la empresa. El próximo lunes (20.00 horas), estará en el Auditorio del Círculo de Empresarios de Galicia, en Vigo, para presentarlo, en un acto que estará presidido por el obispo de Tui-Vigo, Luis Quinteiro Fiuza.

-¿Qué es ser un directivo o un ejecutivo cristiano?

-Hay un salmo, el 23, que habla de hombres de manos inocentes y puro corazón, que no cree en ídolos. Un directivo cristiano no se apropia de lo que no debe y no piensa que el poder y el dinero lo justifican todo ni que la imagen que se tenga de él lo es todo también. En el fondo, esto en realidad lo puede hacer cualquiera.

-Empecemos por el título: ¿qué significa que solo hace falta de ser humilde?

-Hay que ser humilde porque la única manera de dirigir adecuadamente a la gente es no creerte superior a nadie. Y ser humilde no significa arrastrarte; sino no creer que eres más que los que tienes en frente. El que se cree que está por encima de los demás suele tener miedo o incapacidad. Lideras cuando te aceptan como uno, y como uno que puede ser el primero entre iguales. Una persona humilde sabe bajar al terreno y estar en el medio del círculo. Y manda igual, pero además aglutina, y así consigue que el de abajo no se sienta observado, acogotado, sino que sienta que hay alguien con el que puede contar. Y se consigue mucho más siendo humilde que a voces.

-¿Hay muchos directivos y ejecutivos humildes?

-No. Nos vendría muy bien aplicarnos esto de ser humildes. Y desmitificar y no engañarnos a nosotros mismos. Hay que tener claro que hace falta tener un plan de vida y que no siempre buscar lo que a ti te interesa es lo más razonable. Hay que pensar en los demás.

- Desmitificar ¿qué?

-Por ejemplo, no engañarse con el mito de la familia, con eso de no voy a casa porque tengo mucho que hacer. Esto le pasa más a los hombres, y no quiero ser sexista. Las mujeres son más equilibradas y ponen las cosas en orden, sobre todo si tienen familia. Los hombres no estamos en casa a las siete porque a esa hora hay deberes, baños, cenas, niños que te discuten y en la oficina eres el rey del mambo. Pero con los medios que hay hoy, puedes ir, compartir las responsabilidades de la familia y luego, cuando los niños se han acostado, abrir el ordenador y trabajar un par de horas, si es el caso. Por eso empiezo desmitificando, para luego ir repasando cosas que son de cajón pero en las que la gente no piensa.

-Por ejemplo...

-Que dirigir personas es un oficio, no un arte ni una ciencia, que hay que mirar como lo hacen otros y aprender, y que esto solo se aprende si tienes buenos jefes. Que hay que tener cuidado con las apariencias porque, al contrario de lo que se suele decir, normalmente las cosas sí son lo que parecen. Que hay que integrarse en el paisaje, ser uno más. Que el dinero no lo justifica todo. Que nadie puede motivar a nadie, que la motivación sale de las tripas y que depende de lo que la gente valore y de lo que puede conseguir. Que tu familia es importante. Que hay que ser discreto.

-Cada vez hay más gente quemada, ¿por qué?

-Por desgracia hay mucha. Por falta de comprensión. Las máquinas saben hacer de máquinas y necesitamos personas que hagan de personas. Y para esto tienen que entender qué se espera de su trabajo y sentirse respetadas como personas. La persona tiene que estar en el centro de la organización porque esto significa que te importa. No puedes querer tener un departamento de atención al cliente fantástico si a quienes lo llevan los tratas a patadas. Esto no funciona y la gente acaba rompiéndose.

Compartir el artículo

stats