Un primo suyo le regaló hace décadas un disco de los Kinks... y ya no pudo parar. Manuel Recio, uno de los autores de la biografía más rigurosa en castellano del grupo inglés que compuso "You really got me", presenta hoy en Vigo con el músico Julián Hernández, de Siniestro Total, "Atardecer en Waterloo" (Sílex Ediciones). En el acto -en la Casa del Libro a las 19.30 horas- se hará un recorrido por la trayectoria de la banda de los hermanos Davies, uno de los emblemas del pop-rock de los 60. Anuncian un colofón en formato acústico de varios temas del grupo. Mañana se presentará en el Festival Xiriapop de Carballo (A Coruña), con el músico también vigués Nicolás Pastoriza.

-Los Kinks nunca se han disuelto de todo en Galicia, porque han estado en célebres versiones, como en Siniestro Total.

-Julián Hernández es muy 'kinki' en el sentido de que ha reivindicado a los Kinks desde siempre y es un honor que esté hoy. De hecho, "Emilio Cao" es una adaptación de "David Watts" y tienen letras como "y aquí estoy tumbado a la bartola/ me rasco la barriga y escucho a los Kinks". Junto a Nicolás Pastoriza, son los dos representantes 'kinkis' en Galicia, en el sentido musical... (risas). Vi una entrevista en la que reivindicaban un disco homenaje a Ray y Dave Davies.

-Aseguran sobre la biografía que es la más exhaustiva editada en España (y en castellano) sobre el grupo.

-Ocurre algo anómalo: si escoges cualquier otro grupo de su generación como The Beatles o Rolling Stones, hay cientos de referencias bibliográficas en castellano. Con los Kinks había un vacío biográfico un poco descarado. Se hizo un libro breve en 1986, pero nosotros hemos intentado hacer una revisión documental seria, que nos ha llevado dos años y medio, y lograr una biografía contrastada. No se había profundizado de forma seria en su obra descomunal, que dura tres décadas y tiene muchas etapas estilísticas diferentes. La historia de los Kinks es muy literaria, parece un guión cinematográfico.

-¿Qué descubrieron de la controvertida visita a Madrid en 1966?

-Hemos hablado con protagonistas directos de esa historia, entrevistado a teloneros que tocaron con los Kinks en España en el 66, en su primera gira desastrosa en todos los sentidos. Hacía un año que habían venido los Beatles a Madrid y Barcelona y había sido apoteósico... Y los Kinks llegaron de un modo mucho menos popular. Había mucha menos gente y no despertaron el interés de la prensa musical. Aparte, el promotor había firmado un contrato con los cuatro Kinks originales y, por un problema, aparecieron con otro bajista, así que se negó a pagarles. La afluencia a la sala Yulia de Madrid donde daban los recitales fue escasa, hubo pandilleros que montaron una bronca en una de las sesiones, hubo peleas... Y hay una especie de leyenda negra sobre los Kinks, por lo que muchos promotores de grupos ingleses, ante las noticias que llegaban, se pensaron mucho actuar en Madrid. Como que el Madrid franquista no era receptivo a los grupos de rock. Los Rolling no vinieron en la década de los 60, ni The Animals... Y los Kinks tampoco hasta veinte años después. Es algo inédito e hicimos casi 100 páginas sobre lo que pudo ocurrir, porque hay muchas versiones de esta historia.

-Documentan otro veto durante una gira por EE UU.

-Fue una fatalidad, porque podrían haber estado a la altura mundial de otros grupos ingleses y en el culmen de su fama, en 1965, hacen una gira por Estados Unidos que salió fatal. Yo, con todo lo fan que soy, creo que iban con una conducta no muy adecuada; eran muy jóvenes y hooligans. Hubo incidentes con la policía, el manager les dejó tirados y el colofón fue una pelea con el presidente del sindicato de músicos americanos, que les mantuvo fuera cinco años. Se perdieron festivales como Woodstock.

-El propio Dave Davies, fundador de la banda, ¿hizo un prólogo?

-Ray Davies está condecorado como caballero, sir, del imperio británico... Pero el guitarrista y fundador, Dave Davies, nos concedió una entrevista y fuimos a un concierto en Londres, tan único y emotivo, que decidieron que no era el momento de conversar. Y surgió lo del prólogo como algo espontáneo.