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Baltasar Garzón: "Si el franquismo fuera una reliquia no habría inconveniente en que se atendiera a las víctimas"

"¿Cataluña? Reiteradamente me he mostrado a favor de la autodeterminación, del derecho a decidir, pero así no"

Baltasar Garzón. // Mara Villamuza

Baltasar Garzón Real (Torres, Jaén, 1955) fue magistrado del Juzgado de Instrucción 5 de la Audiencia Nacional entre 1988 y 2012, año en el que fue expulsado de la carrera judicial tras ser condenado por el Tribunal Supremo a once años de inhabilitación por un delito de prevaricación.

-¿Cómo podemos resumir sus dedicaciones actuales?

-Soy abogado en ejercicio, dirijo un bufete en Madrid y presido la Fundación Internacional Baltasar Garzón, Pro Derechos Humanos y Jurisdicción Universal. Por otra parte, sigo siendo juez, aunque no ejerzo a causa de la inhabilitación, pero la categoría sigo teniéndola. Lo que ya no soy es juez del Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional, ese destino sí está perdido.

-¿Se divertía más siendo juez o ahora?

-Son ámbitos distintos. Ahora aprecio más la libertad a la hora de expresarme. Ser juez me obligaba a contener mis comentarios, o incluso a no hacer comentarios. Ahora, a la hora de opinar o de escribir tengo mucha más libertad, y eso ayuda a explicar con más claridad tus ideas.

-¿Volverá a ser juez?

-No me gusta hacer planes de futuro. He sido juez, sigo siéndolo, seguiré siéndolo y en el momento en que pueda sí que volveré.

-Se le ve muy volcado en todo lo referente a la memoria histórica.

-Mi compromiso por la jurisdicción universal es permanente, y estamos trabajando en extenderla a ámbitos como los crímenes medioambientales y financieros. Hemos hecho equipos de trabajo en los cinco continentes. Estamos muy vinculados a las cuestiones de memoria, de verdad, de lucha en defensa de las víctimas del franquismo y para que se reconozcan sus derechos.

-Con relación a su trabajo a favor de la memoria histórica, ¿qué diría a la gente que sostiene que el franquismo es una reliquia y que mejor no remover el pasado?

-Le diría que si el franquismo fuera una reliquia no habría ningún inconveniente en que se atendiera a las víctimas del franquismo. Si existen reticencias es porque todavía hay unas raíces muy profundas que sostienen una imagen de una sociedad española que no es real. Se está desconociendo a esos miles de víctimas a las que todavía no se les ha reconocido en muchos casos ni siquiera el derecho a la justicia.

-¿Usted qué propone?

-Cuando digo justicia no me refiero exclusivamente a la justicia penal, que por el tiempo pasado no sería posible en un altísimo número de casos por el fallecimiento de las personas. Pero hay tipos de justicia que sí pueden aplicarse: una justicia restaurativa, en la que la víctima reciba una atención consistente en la averiguación de lo que sucedió, de las circunstancias de la pérdida o de la desaparición, la identificación, la exhumación... En definitiva, el tutelaje que se daría a cualquier víctima de un hecho violento. Curiosamente, es lo que se ha negado a las víctimas del franquismo en España, un hecho único en el mundo. Eso está ahí, y tenemos que lidiarlo con tranquilidad y con el reconocimiento que se merecen las víctimas. Tenemos una Ley de Memoria Histórica: cúmplase. Yo no he visto a ninguna víctima del franquismo que despliegue venganza u odio, sino simplemente atención, reconocimiento y reparación.

-Cambio de tercio. Cataluña está en efervescencia.

-La situación ha ido deteriorándose por la negligencia y la falta de decisiones de unos, y por una dinámica puesta en marcha por otros, los que defienden el "procés", el referéndum, que está fuera de la legalidad. Siempre he sido partidario del derecho a decidir, de la autodeterminación de los pueblos, pero hay unas normas, una legalidad. No se puede someter a los ciudadanos a que incumplan la ley, a que quebranten las normas para participar en algo que debería estar perfectamente regulado.

-¿Cómo va a acabar?

-La perspectiva es complicada. Aspiro a que los líderes de las formaciones políticas tengan las luces suficientes para la moderación y para seguir desarrollando el ámbito político, porque el judicial ya va solo, es imparable. Si has cometido un presunto delito hay que investigarlo: y si hay un presunto autor hay que enjuiciarlo. Eso es una concatenación, no hace falta que nadie inste ni empuje. La justicia va a hacer lo que deba. Repito que soy de las personas que reiteradamente me he mostrado a favor de ese derecho a decidir, pero así no.

-¿Con qué líder político está usted más de acuerdo: Pedro Sánchez, Pablo Iglesias...?

-No me identifico con ninguno, jamás he militado en ningún partido político. Respeto a Pedro Sánchez, creo que ha sido una persona coherente, pero el déficit que le achaco a él y a Podemos es que cuando tuvieron ocasión de propiciar un gobierno de signo progresista no estuvieron a la altura, y eso determinó que el Partido Popular hoy siga en el poder. Yo me pronuncié por la integración en ese gobierno también de Ciudadanos, con un modelo "a la portuguesa", que al contrario de lo que muchos creían está revelándose como un modelo exitoso. No me quedaría con ningún líder político, pero si me pregunta por mis ideas son claramente progresistas, ubicadas en la izquierda, que pretendo defender con la moderación que a veces falta en los distintos grupos políticos en los momentos críticos. Lo que no es de recibo, hablo de Cataluña, es poner a los ciudadanos en la tesitura de tener que decidir entre un acto ilegal o por quedarse en su casa sin posibilidad de participar.

-Yihadismo: la amenaza crece...

-La situación exige una constante coordinación, compenetración, confianza, solidaridad, entre los distintos Estados, organismos de seguridad y cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Echo en falta esa dinámica de cooperación real que acabe con esas zonas opacas de las que se aprovechan los terroristas. Y luego seguir en esa labor de integración, de educación, que por mucho que se diga nunca está de más, aunque curiosamente en los últimos atentados estamos hablando de personas integradas en España desde hace años.

-Dos países que conoce bien: Venezuela y Colombia. Empecemos por Venezuela.

-Venezuela tiene una situación muy delicada. Una Asamblea nueva que surge con grandes déficits de legitimación porque se eliminó por la Constituyente a la Asamblea nacional anterior sin que hubiese un motivo que lo justifique. Inaceptables las violaciones de los derechos humanos que ha habido. Y exigencia de que los poderes públicos reaccionen desde el punto de vista de protección de esos derechos y de acabar con las detenciones por razones políticas. Y también exigir a algunos países que han hecho un expansionismo judicial y un desarrollo de medidas coercitivas que no redundan más que en el enclaustramiento de un sistema, de un régimen, y que contribuyen negativamente.

-¿Y Colombia?

-Colombia viene haciendo un gran esfuerzo por la paz. He estado trabajando allí tres años, contribuyendo al proceso de paz en la medida de mis posibilidades. Sé las dosis de entrega de las víctimas a favor de una verdadera paz. El Gobierno apostó, las FARC también, y finalmente hay un acuerdo de paz. Colombia es un país con potencial que debe centrarse en acabar con las grandísimas desigualdades sociales y que se preste una atención mucho más importante a quienes menos tienen y a los que han sufrido la violencia y el narcotráfico.

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