Mañana son los niños los que vuelven a las aulas, pero algunos padres tienen también un motivo para estar nerviosos: los temidos grupos de padres de Whatsapp, que vuelven a activarse tras la tregua veraniega. Suena a broma, pero la Policía lleva años advirtiendo en las redes sociales sobre los bulos y las calumnias que se pueden difundir entre los padres de los alumnos mediante este servicio gratuito de mensajería, y que pueden tener consecuencias penales. Hace solo cuatro meses una madre viguesa fue condenada a pagar una multa de 630 euros por efectuar, según la magistrada del Juzgado de lo Penal 3 de Vigo, "una acusación precisa y directa de un hecho delictivo" en torno a la profesora de su hijo.

En ese mensaje, difundido en el grupo de WhatsApp de padres de alumnos de 5º de Infantil del CEIP Carrasqueira (Coruxo), la madre acusaba a la docente de zarandear a su hijo, tirarle del brazo, burlarse de él y comerle el bocadillo, acusaciones "ofensivas y suficientemente graves para considerar menoscabada la dignidad y el honor de la perjudicada", según la juez.

La Policía Nacional destaca que en estos grupos se ha difundido el ya clásico bulo de la droga repartida a la puerta del colegio y oculta incluso en chucherías.

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Pero aunque no se viertan mensajes de esa gravedad, los grupos de WhatsApp de padres pueden suponer una fuente de inquietud y agobio para sus integrantes.

Uno de los principales conflictos que se plantean es, además de las críticas a los profesores o a los colegios, la difusión de información no contrastada. En el caso de niños de preescolar o infantil, anunciar el rumor de un posible cambio en el profesorado puede causar preocupación entre los padres. Y decimos "padres" de forma genérica, porque suelen ser las madres las que integran en su inmensa mayoría estos grupos, algo que para los pocos padres (masculinos) presentes también puede ser un inconveniente.

Al tratarse de menores, especialmente protegidos por la ley, la difusión de fotografías de los mismos puede provocar malestar y quejas de otros padres.

Otros problemas son comunes a otros grupos de WhatsApp: el "bombardeo" de decenas de respuestas cortas (por ejemplo, a la pregunta: "¿Alguien ha visto la chaqueta de mi hija?", llenar el chat con respuestas tipo: "Yo no", "¿has preguntado en portería?") y el envío continuado, incluso fuera de los días lectivos, de multitud de bromas, vídeos, memes, virales, comentarios políticos y otros contenidos que no tienen nada que ver con el propósito del grupo.

También puede ocurrir que quien abandona el grupo, cansado de una saturación de mensajes estresante, pueda ser criticado por los que permanecen en él. A veces hay miembros que llevan un poco más lejos las funciones del grupo y lo utilizan para convocar "quedadas" de padres durante las vacaciones de verano u organizar cumpleaños, con la consabida colecta para regalos.

Límites claros

Los límites y propósitos del grupo deben estar claros. El sindicato de profesores ANPE, el proyecto Educalike y el portal Kids and Teens Online han publicado en internet pautas y consejos para usar correctamente una herramienta tecnológica que, bien utilizada, puede ahorrar muchos disgustos. Algunas de las funciones más prácticas son el intercambio de material escolar (libros y uniformes), las alertas por la suspensión de clases, cambio de horarios, eventos y atascos de tráfico; la cooperación puntual en cuestiones de deberes y trabajos; la búsqueda de objetos perdidos -si se economizan los mensajes- y el envío de fotos de grupo (de fiestas del colegio y otros eventos escolares).

Para todo lo demás, sentido común y prudencia. Siempre es bueno pensar dos veces antes de escribir y no poner nada que no diríamos a la cara a nuestros interlocutores; no incluir a nadie en el grupo sin su permiso; reforzar nuestros mensajes con emoticonos (sin abusar de ellos) y evitar el sarcasmo, los rumores y las críticas personales. Todos estos "mandamientos" se resumen en uno: en caso de duda, hablar cara a cara con los profesores. Y si el grupo de WhatsApp de padres sigue perturbando nuestra vida, recordar que es posible silenciarlo o abandonarlo. Porque de estos grupos, como de las drogas, también se sale.