La gallega Alba Ferreira está analizando las embarcaciones descubiertas recientemente en Croacia, que van de la Edad de Bronce a la Antigüedad Tardía. Ferreira lleva 5 años estudiando en Francia arqueología subacuática, en el Centre Camille Jullian de Marsella, tras licenciarse en Historia y Arqueología por la Universidad de Santiago.
Algunos de estos barcos están enterrados, debido a cambios en el nivel del mar. Dos de ellos fueron encontrados en plena ciudad de Pula (Croacia). Pero la mayoría de las veces es necesario bucear hasta ellos. "En el agua tienes que pensar rápido, así que en primer lugar realizo un estudio del potencial de las maderas, para saber si se conservan lo suficiente como para aportar información, y planifico mis objetivos", declara Ferreira.
Bajo el mar hace fotos y vídeos, incluso toma notas gracias a una tablilla de plástico, papel cebolla resistente al agua, y un lápiz y una goma "de toda la vida". "Estos proyectos suponen un trabajo enorme de documentación, y después de conservación de la madera, para evitar el crecimiento de hongos debido a la humedad. Es una cadena de trabajo que debe estar bien hecha de principio a fin", dice.
Ferreira estudia la madera de los barcos tanto a nivel microscópico como macroscópico. Analiza a qué especies pertenecen, de qué parte del árbol proviene cada pieza y cómo se ha trabajado. Los científicos pretenden averiguar el proceso lógico realizado por arquitectos navales de hace miles de años. También datan la madera según la distancia entre los anillos de crecimiento, y con toda esa información intentan dar vuelta atrás en el tiempo. Reconstruyen los criterios de selección de la madera, las técnicas de tala, cómo se elaboraron las piezas y fueron ensambladas. "La construcción comienza en el bosque", resume la científica gallega.
"Durante nuestra investigación en Croacia ya hemos encontrado las particularidades de una zona con tradiciones propias. Son embarcaciones cosidas (todos los elementos de estos barcos fueron cosidos con fibras vegetales) y pequeñas, que apuntan a una construcción local. Este estudio es también un reflejo del paisaje histórico, según qué tipo de maderas eran más utilizadas", afirma Ferreira.
"Pero esta es solo una parte del puzzle, porque otra especialidad estudia la resina de los barcos, por ejemplo. La riqueza de este proyecto es su combinación con otras ciencias, como la Historia o las ambientales, intentando comprender el contexto en el que las embarcaciones fueron construidas", resalta.
"Los arqueólogos nos sumergimos,cogemos las muestras y las enviamos al laboratorio. Pero tengo la suerte, en este proyecto, de estar presente durante todo el proceso, además de colaborar con la prestigiosa escuela Francesa de Roma", celebra.
