Pocas veces o ninguna se habrá visto en pleno centro de la ciudad a tantas personas ataviadas únicamente con un bañador y una toalla y, pese a las nubes de las primeras horas de la mañana esa fue la imagen más repetida a lo largo de la jornada, la de cientos de bañistas en la calle Colón, donde el Concello instaló un tobogán acuático de 130 metros.

Por si la pronunciada pendiente de la calle no fuese suficiente, para lanzarse por el tobogán los participantes tenían que subirse a una plataforma de cuatro metros de alto. Desde allí, dos personas ayudaban a subirse al flotador y a colocarse de manera segura para arrojarse por la rampa. A partir de ahí, en los primeros instantes se escuchaban algunos gritos, algunos más ahogados y otros más sonoros que disimulaba la megafonía, con "éxitos del verano" con los que se puso el ritmo a la fiesta. Así, entre temas como "Follow the leader" a "La Gasolina", el animador proponía a los asistentes que hiciesen más amena la espera en las colas bailando o siguiendo coreografías.

Y es que aunque no se repitieron las escenas vividas en el barrio de Navia, con colas de hasta dos horas para lanzarse por el tobogán instalado allí con motivo de las Festas de Vigo, los bañistas tuvieron que aguardar una media hora en dos colas para recoger los flotadores de colores y luego para esperar turno en las escaleras que ascendían a la plataforma. Todo ello para disfrutar de 30 segundos de un recorrido que algunos alargaban involuntariamente al perder el hinchable y detenerse en medio de un trayecto en el que varios trabajadores estaban pendientes de que todo transcurriese con normalidad.

Tras ellos, y separados por vallas, cientos de personas se agolparon a lo largo de todo el día para inmortalizar con sus cámaras a sus familiares o por curiosidad. La mayoría de los participantes eran niños y adolescentes aunque también algunos padres que con la "excusa" de acompañar a sus hijos disfrutaron de la experiencia única de remojarse en pleno centro de la ciudad. Los más pequeños también pudieron remojarse en otros dos hinchables más pequeños instalados en Marqués de Valladares y aunque se aguardó con gran expectación el descenso del alcalde, Abel Caballero, en su visita por la tarde se limitó a saludar a los asistentes y, bromeando, recriminó a los periodistas que no hubiesen aceptado su reto de lanzarse junto a él.